ENTREVISTA AL CARDENAL OSCAR RODRIGUEZ MARADIAGA – Arzobispo emérito de Tegucigalpa

Uno de los personajes más relevantes en El Vaticano durante el papado de Francisco. Como buen piloto de aviones, ha llegado a ser un hombre “de altos vuelos” en la Iglesia Católica pues ejerció como el coordinador del G9, Consejo de Cardenales que integró el Santo Padre para abordar importantes reformas en la operatividad de la Iglesia. Cercano, sencillo y muy simpático, accedió a conversar durante los días en que se llevó a cabo el Consistorio de Cardenales, a finales de septiembre en Roma.

_ ¿Puede compartir con nosotros su experiencia en esa importante responsabilidad, cómo la valora y su balance de ella?

_ Antes que nada debo decir que es una iniciativa que nace antes del Cónclave. En una ocasión, un cardenal hizo la observación acerca de que el papa Benedicto XVI no tenía suficientes informaciones adecuadas; en consecuencia, debía existir, aparte de las nunciaturas y de la Secretaría de Estado, un consejo de cardenales de la base, uno de cada continente. El entonces cardenal Bergoglio estaba oyendo eso y, luego de ser electo, hizo contacto conmigo. Lo elegimos un miércoles y el sábado me estaba llamando. Me citó después del Ángelus, me invitó a almorzar y me planteó la idea de integrar un consejo de cardenales, los cuales me mencionó porque los tenía ya todos en la mente. Me preguntó si me animaba a coordinarlo y le dije: «Santidad, si usted me lo pide, tengo que hacerlo». Así nació nuestro Consejo. Se nos encomendó la reforma de la Constitución de la Curia y se nos citó para el 1o de Octubre. Ese día del 2013 tuvimos nuestra primera reunión. Son ya 10 años de trabajo.