-Venezuela requiere un nuevo aliento para convivir
-Apostamos por una transición pacífica y ordenada de acuerdo con la Constitución
-Las iglesias deben jugar un rol más protagónico
-Si no hay civilidad, no veremos los resultados materiales
-El Estado venezolano no puede seguir actuando como si fuera empresario
-La iniciativa privada debe entrar en acción
-El simple pragmatismo no ha sido un buen consejero

 

Entrevista de Macky Arenas

_ ¿Cómo visualiza el panorama para el 29 de Julio?

_Maduro debe aceptar la voluntad de los ciudadanos. No le queda otra alternativa. Debe prepararse para la entrega del poder. Lo ideal es que esa transición se produzca en términos ordenados, civilizados. Sabemos que hay factores internos del gobierno que están promoviendo un comportamiento distinto al deber ser. En todo caso, apostamos a una transición pacífica y ordenada de acuerdo a la Constitución. Según el Art 231 de la Carta Magna, el inicio del período constitucional está fijado para el día 10 de Enero. Son seis meses que median entre la fecha de la elección y la toma de posesión. Es un lapso largo y consideramos necesario que Maduro estudie, seriamente, la posibilidad de adelantar la transferencia del Gobierno mediante mecanismos que prevé la Constitución, como una renuncia que permita cumplir con un acuerdo entre las partes por el resto de período hasta enero. Las tareas pendientes a acometer por la nueva administración comenzarían desde temprano debido a la magnitud de la crisis política y económica que agobia al país.

_Eso suena sensato. Parece difícil que el gobierno esté dispuesto. Es más, hay gente muy seria que abriga dudas acerca de la posibilidad de que haya elecciones. Y eso nos coloca ya en el escenario previo al 29…

_Efectivamente, dada la naturaleza autoritaria de la cúpula gobernante y la influencia que sobre ellos tiene la cultura castrista, los genes autoritarios generados por Fidel Castro son realmente nocivos y perturbadores para la paz de la República. Puede haber personas tentadas, en la cúpula gobernante, a desconocer el derecho de los ciudadanos venezolanos a elegir un nuevo Gobierno y, por lo tanto, violentar el Art 5to de la Constitución que coloca la soberanía en el pueblo venezolano. Si Maduro se deja arrastrar por esas corrientes internas del Psuv y atenta contra la soberanía popular, las consecuencias para él y para su gobierno serán mucho más graves. Incurriría en un desconocimiento mucho más abierto y brutal de los principios democráticos y esto lo aislaría por completo, de manera absoluta, del mundo occidental y democrático. Además de que enfrentará una respuesta ciudadana, porque los venezolanos están decididos y desesperados por un cambio político. Precisamente, la convocatoria a un evento electoral junto al mensaje y el discurso pacifista de la oposición es lo que aporta un canal a esa desesperación ciudadana.

_Desesperación que se expresa en el rechazo tan contundente al régimen y a Maduro que hace tan sólo pocos años no se visualizaba en esta magnitud. ¿Qué la explica?

_Es el fracaso absoluto del modelo socialista bolivariano. Se explica por la estatización de la economía, la concentración de los poderes en la cabeza de Nicolás Maduro, la centralización de todas las funciones en el poder de la Presidencia. Todo ello ha generado una miseria sin precedentes y una fractura de la familia también sin precedentes en Venezuela. Es lo que está detrás de la angustia y el anhelo de cambio en el país. El evento electoral es una válvula que permite canalizar y transmitir esas angustias en las calles de Venezuela tras la presencia de María Corina Machado como líder fundamental de la oposición y de quienes estamos llevando adelante esta campaña para el cambio político. Además, se expresa en una intención de voto abierta a favor de Edmundo González Urrutia, quien es el candidato definitivo que tenemos para este proceso.

_Usted escribió esta frase: “La decisión de la nueva dirección política de la oposición es encarar el desafío. Luchar en su terreno, con sus reglas y sus árbitros”. Y si la imposibilidad de mantenerse en el poder los lleva al terreno de la violencia, con la represión como regla y unos árbitros que la justifican y avalan, ¿cómo cambian las cosas para la lucha opositora?

_Muy duro y muy trágico sería para nosotros, que somos ciudadanos cuya única arma es el voto, la palabra, bien sea escrita o hablada. Nosotros no somos un grupo armado que busca llevar al país a una guerra ni nada que se le parezca. Pero, cuando los pueblos son abusados de manera indefinida, generan respuestas impredecibles. Lo que quiere la dirección de la oposición -y así lo está demostrando- es una solución pacífica y electoral. Maduro y su camarilla pensaron que con la política de hostigamiento al liderazgo opositor, las inhabilitaciones absolutamente infundadas, los ataques que hemos sufrido, la censura en los medios, el cerco económico que nos impide ir a hoteles o realizar actos en locaciones así las paguemos, ellos pensaron que podrían sacarnos de la ruta electoral, que MCM anunciaría retirada de las elecciones y llamaría a la abstención. Pero nuestra persistencia en llamar a votar y mantener una opción como la de Edmundo González, los coloca en una situación muy precaria y comprometida, y estamos atentos a cualquier desaguisado que puedan cometer.

_Cuando las bases de un sistema craquean, no basta la represión. ¿Cree usted que estamos en este punto?

_Hay gente injustamente presa, muchos dirigentes de oposición y de ONGs. A pesar de ello, la ciudadanía sigue saliendo a la calle, las manifestaciones continúan y son elocuentes. Así que la represión no ha frenado la participación y las pruebas de que la ciudadanía exige un cambio.

_ ¿Somos un caso atípico? Porque la transición involucra un proceso, largo o corto, pero complejo. ¿A cuál se le parece el proceso que podríamos vivir en Venezuela?

_Tenemos una situación especial en Venezuela. Por la naturaleza de un régimen autoritario que plantea un cuadro-país mucho más dramático. Diferente al chileno, a los de la Europa del Este u otros. Hemos insistido por diversas vías y finalmente estamos enrolados en un camino. Si este empeño se concreta en un cambio de gobierno, podríamos restablecer plenamente la vigencia de la Constitución y de los principios democráticos elementales. Será un caso especial de estudio en el continente americano y en el mundo.

_Una transición no es sólo un trasvase de poderes. Se trata de algo más enrevesado pues está bien claro que salir del régimen no garantiza, necesariamente, estabilidad y gobernabilidad a futuro. ¿Cuáles factores están en juego en Venezuela?

_Ese es el gran desafío que tiene por delante la sociedad democrática venezolana. No se puede hacer una oferta populista y demagógica. Y si el pueblo percibe un liderazgo que habla claro, eso ayudará. Se trata de lograr armar un proceso de transición que permita, ante todo, reinstitucionalizar todos los poderes. Elegir esos poderes en el espíritu, razón y propósito de la norma constitucional. Garantizar la separación de poderes, el Estado Federal, la vigencia del Estado de Derecho. Pero, simultáneamente, gobernar, y hacerlo en un contexto socioeconómico muy complicado. Cuando se realizó el cambio de gobierno en Chile, ese país no vivía la tragedia humanitaria compleja que tenemos en Venezuela. No se iba la luz, había gasolina, alimentos, no existía la situación de precariedad que hoy soporta nuestro país. Y si un tema será importante en los próximos meses, será cómo atender las carencias de este pueblo. La capacidad de conducir, de ejercer un liderazgo, está en hacer comprender que la respuesta de la nueva administración del gobierno a las necesidades no son automáticas. Son muchas las necesidades y no se satisfacen de un día para otro porque se trata de regenerar y sanear la administración pública, ordenar las finanzas, establecer mecanismos de financiamiento para que la economía pueda fluir y responder atrayendo inversiones y generar riqueza. El salario y los servicios se recuperarán de manera progresiva en la medida en que avanza la reinstitucionalización de los poderes públicos. Tendremos victorias tempranas pero no todas lo serán de inmediato. Más bien, son líneas paralelas que deben desarrollarse en el cambio político y en el restablecimiento de la convivencia civilizada y de los valores de una sociedad moderna, hoy conculcados por obra de este proceso que ha llevado al país al desastre.

_La historia ilustra que las emociones que mueven la calle no necesariamente serán capaces de responder a las demandas de una transición compleja o, más aún, de una recuperación sostenida del país. Es una tarea ciclópea que demanda algo más que un liderazgo. ¿No es recomendable articular una directriz compartida de competencias y colaboración que permita superar, de una vez por todas, una de nuestras más pesadas rémoras como es el caudillismo?

_ Por supuesto. Es que una democracia moderna supone instituciones. Y nosotros apostamos a una democracia donde sean las instituciones las marcadoras en la conducción de la vida social. Ello no implica que actores individuales tengan una mayor capacidad de influir en la construcción de esas instituciones. Si el liderazgo emergente hoy en Venezuela -que se encarna en MCM pero donde también hay otros actores- es encauzado para el fortalecimiento institucional y que en el país reine el Estado de Derecho y se desmonte la herencia nefasta del caudillismo que Chávez ejerció y del cual dejó una impronta en todas las instituciones, lograremos el objetivo. Hasta los partidos de oposición son hoy una réplica del chavismo, con liderazgos individualistas y autoritarios. Necesitaremos muchos líderes en la sociedad para que, de forma mancomunada, podamos contribuir, cada uno desde sus espacios, a impulsar este proceso de transformación. El restablecimiento de la democracia y el bienestar tiene que ser una tarea de toda la nación. Se necesita un aliento colectivo. Del concurso y compromiso de los líderes políticos, espirituales y religiosos, gremiales, sindicales, educativos y culturales, intelectuales y económicos. Todos ellos deben interactuar. Le doy especial importancia a una nueva dimensión ético-cultural de la República. Si no hay en el liderazgo compartido una idea y una filosofía clara del país que queremos construir y los valores que queremos impulsar, no lograremos una sociedad estable a futuro, sino que repetiremos el ciclo caudillista que revivió por la presencia de Hugo Chávez en la escena pública venezolana y que tanto daño nos ha hecho.

_Las instituciones han sido desmanteladas, la economía destruida y el tejido social deshilachado. ¿Los intensos contactos en el interior del país, con las comunidades, que usted ha podido mantener a través de sus recorridos, le sugieren que el alma nacional aún no está ganada por el odio y la discordia y podría representar un activo para rearmar un sistema de libertades?

_ Son 25 años de siembra de odio.Eso deja su huella…

_Pero también vemos al venezolano solidario, que se activa y responde a los grandes retos, que desarrolla y se reinventa para resistir…

_La mayoría de la nación sigue preservando los valores históricos de la república civil, añorando la democracia. Pero hay un daño en el alma colectiva. Es lo que se ha dado en llamar “el daño antropológico”, que se observa en actores sociales y políticos, esos que ponen por encima sus intereses personales y grupales ante los del país y la gente. Ese daño ha generado también una intolerancia en segmentos significativos de la sociedad que han abandonado la línea de la fraternidad, de la convivencia civilizada. Han comprado una agresividad y una intolerancia que se manifiesta en modelos de liderazgo con influencia en el comportamiento del colectivo. Modelos perversos, de caudillismo decimonónico donde hasta la vulgaridad en el lenguaje y las formas -que son importantes- han venido a crear un espíritu disolvente en la sociedad. Tenemos que recuperar la ética que aliente a trabajar, a construir, a respetar.

_ Las migraciones son tan erosionantes en la vida de una nación, que resulta muy complicado rearmar, integrar y aún reconciliar esa urdimbre de intereses y emociones que se han separado. ¿Implicará esto una dificultad adicional para conseguir una transición manejable?

_ El tema de la diáspora tendrá un impacto de peso en la recuperación del país, pero me preocupa más el drama de las dos generaciones desnutridas y el caos de la educación. Ello tendrá un impacto enlentecedor de la transición. Mucho de nuestro talento no está aquí. Por decir algo, tenemos más de 42 mil médicos fuera. También técnicos de primera calidad, profesionales y mano de obra en distintas áreas. Creo que muchos regresarán; otros no, porque ya han hecho familia, proyectos y vida, han sentado bases en otros países. Pero tendrán la libertad de venir e influir en las tareas de reconstrucción. Mucho más me preocupa el segmento poblacional de niños que hoy no tienen acceso a la educación pues ello los coloca en desventaja con respecto a los de otras latitudes. Ello tendrá su efecto en el proceso de recuperación del país.

_La educación se ha llevado a niveles tan espeluznantes de abandono que uno se pregunta si la dirigencia opositora, una vez al frente de las riendas del país, sabrá entender que rescatarla es fundamental. ¿O, de nuevo, permanecerá en un plano menor al privilegiar lo urgente sobre lo importante?

_La educación es urgente y es importante. Ambas cosas. La educación pública está prácticamente clausurada. Un niño va dos veces a clases en la semana y eso evidencia lo que digo. Escuelas y liceos están técnicamente cerrados. El liderazgo del país tiene que considerar esto como grave, urgente e importante. Y el Estado venezolano no puede seguir actuando como si fuera empresario. Hay tareas que corresponderán, por completo, a la empresa privada. Necesitamos que la iniciativa privada entre en acción.

_El innegable daño antropológico se está expresando en los antivalores que han venido carcomiendo el tejido espiritual de los venezolanos. ¿Cuáles son los retos que esto plantea en el proceso de rescate de la convivencia democrática?

_ El nuevo liderazgo tiene que ser modélico. Los conductores del Estado deben ser modelos de valores democráticos y de comportamiento ciudadano y ético. Siendo así, podremos desplegar, aguas abajo en la sociedad, un rearme espiritual, moral y cultural. Ello será posible y más sencillo. Y no sólo vale para los líderes políticos sino para el liderazgo global de la sociedad. En este punto, concedo mucha importancia al liderazgo espiritual. Siento que las iglesias deben jugar un rol más protagónico, si bien estos años han sido para las iglesias, todas -y para la Católica en particular- difíciles por la hostilidad desde el Estado: Me refiero a los cuestionamientos, la satanización de que han sido blanco, incluso de parte de los presidentes Chávez y Maduro en términos de insultos, de agresión a la institución religiosa y a sus pastores. A otros los han pretendido utilizar. Es necesario un Estado que respete el rol que tiene la espiritualidad en una sociedad. Pero también la intelectualidad y la cultura. Son temas preteridos porque se ha privilegiado el que aumente el PIB, el salario. Y claro que eso es importante pero si no se siembra una cultura de valores, de tolerancia, de respeto, de un nuevo aliento para convivir, lo demás fracasa tarde o temprano. Si no hay civilidad, no veremos los resultados materiales. La calidad de vida de los ciudadanos es el resultado de una nueva cultura política y social en Venezuela.

_ Usted es católico y la Iglesia Católica es identitaria para los venezolanos – sin desmedro del respeto que sentimos por las otras iglesias- ¿no cree que ello compromete la responsabilidad que debe ejercer en estos momentos y los que vienen?

_ La Iglesia siempre ha sabido sortear con tacto la intolerancia de los gobernantes frente a ella. Eso no obsta para que su incidencia deba ser cada vez mayor, en esfuerzo y vocería, que los pastores a todo nivel se identifiquen cada vez más con las luchas que este pueblo está llevando adelante. Y también las organizaciones de laicos deben sonar, manifestarse comprometidas en esta tarea de cambio. Cada vez que recorro el país me veo con los párrocos, hasta en el pueblito más lejano llego a las casas curales y converso con los vicarios, los diáconos. Son encuentros fraternos, los percibo muy humanos y claros en lo que está pasando. Cuando uno se encuentra una Iglesia comprometida con los valores y principios que anhelamos rescatar, es un impulso importante. Pero no sólo la Iglesia, los partidos, que hoy están enfermos.

_ ¿Enfermos de qué?

Abandonaron la preocupación por los valores y el cuidado de la doctrina. A finales del siglo XX se convirtieron en simples maquinarias electorales y ahora han derivado en franquicias para subastarlas en el mercado electoral. El modelo hoy es una proliferación de partidos pues cada dirigente quiere tener un partido. En el tarjetón hay 41 partidos de los cuales a 30 les impidieron participar.

_ Partidos tristes, sin militancia ni pueblo…

_ ¡Pero es que se están tramitando ante el CNE 222 nuevos partidos nacionales y 300 nuevos partidos regionales y municipales! Quiere decir que en Venezuela hay unas 500 cabezas pensando en crear más partidos. Es un fraccionamiento que demuestra una debilidad institucional. Hay que rescatar el concepto de la institución partidista. Y lo mismo pasa con los gremios, sindicatos y ONG´s que están en una quiebra institucional.

_ ¿Cree que hay que plantearse recuperar los partidos como institución, o más bien piensa que la participación en la sociedad civil y política se anclará sobre formas distintas de organización?

_ Se impone otro modelo de partido, distinto al que teníamos en el siglo XX. Pero hay que tener partidos que sean centros de elaboración de políticas, que sean escuelas que respondan a una filosofía. El simple pragmatismo no ha sido un buen consejero. Los liderazgos, por supuesto, jugarán un rol importante, pero si la sociedad eleva su nivel cultural y educativo necesariamente será exigente con su liderazgo. De lo contrario, aparecerán los demagogos y populistas que llevarán siempre a la ruina y la muerte, como ha venido ocurriendo en América Latina.-