JULIO CÉSAR MORENO RANGEL

 

La jornada histórica del 22 de Octubre sirvió a una conmovedora puesta en escena que nos debe llamar profundamente a la reflexión de cara al futuro. Con cuánta vitalidad y amor patrio vimos colmar los centros de votación, en lo que se puede denominar la rebelión de los abuelos, mujeres y hombres que nos vuelven a dar una gran lección de vida. La valentía con la que enfrentan cualquier adversidad y el desprendimiento que aleja cualquier mezquindad se pone en evidencia al verlos entregar todo su esfuerzo para que las futuras generaciones vivan en un país libre. No hay nada más poderoso que luchar sin ambiciones desmedidas; lo único que los mueve de manera aguerrida, es negarse a la idea de entregar a la tiranía el país que tanto les dio y recuperar la democracia para que la disfruten hijos y nietos.

Sin duda es un amor real, capaz de enfrentar todo aquello que se oponga a la ilusión de un futuro digno y el respeto a un pasado honesto; esos principios que se transforman en acciones audaces para lograr el objetivo nos retumban en la conciencia abriendo las puertas a un nuevo comienzo.

Me queda muy claro que tanta sabiduría congregada en una fila durante horas bajo sol, expuestos a la lluvia y sin perder la paciente disposición fraterna que los caracteriza, indica un inminente cambio en la forma de hacer las cosas y por tanto, garantía de que Venezuela volverá al cauce democratico, ya que este suceso contagia de optimismo a un pueblo golpeado por tan amarga experiencia socialista.

A los hijos y nietos que salieron en búsqueda de las oportunidades robadas por la dictadura, no les queda sino sentir el llamado filial de los que hoy luchan por verlos regresar, recordando la estrofa del poeta a la mujer inolvidable, en este caso a una gran mujer, Venezuela:

Aunque huir de ella intento,
No sé lo que me pasa,
Que siempre voy donde me lleva el viento
Y el viento me lleva a casa.

No puedo sino sentirme orgulloso de esos héroes incansables cuya experiencia y constancia ilumina nuestra lucha y exige de la política una renovación de fondo y no una simple sustitución generacional, no se trata de caras nuevas con los vicios de siempre. Esta nueva etapa requiere honestidad en la unidad de propósito, visión estratégica para recuperar la democracia, sentido común en la propuesta y coherencia en la acción política. Esto lo exige el mensaje que se desprende del mandato ciudadano de todos aquellos que han dado tanto por nuestro país y se manifestaron contundentemente en las primarias, reclamando de la política desprendimiento de las agendas personales en favor de la entrega absoluta a la causa democrática. Maria Corina Machado es la encargada de dirigir e interpretar este mandato, corrigiendo los errores del pasado, aprovechando la oportunidad que hoy brinda la geopolítica y abrazando el deseo de cambio ciudadano para consolidar el sueño que nos hace dignos, la libertad de Venezuela.