GEHARD CARTAY RAMÍREZ

Gehard Cartay Ramírez es abogado por la UCV, dirigente político demócrata cristiano, escritor, diputado al Congreso de la República (1974-1992) y gobernador del estado Barinas por elección popular (1993-1996). Autor de varios libros sobre la historia política contemporánea de Venezuela.

NOTA PUBLICADA ORIGINALMENTE EN «LA GRAN ALDEA», EL 6-12-2022

La falta más grave de la oposición democrática desde 2015 ha sido su falta de unidad de propósitos y objetivos, lo que la ha llevado a una fragmentación absurda, alimentada ahora por la candidaturitis que parece haberse propagado entre algunos de sus dirigentes.

Esta lamentable circunstancia pone de relieve también la mediocridad de algunos de ellos, así como la mezquindad y la falta de grandeza de otros, sin dejar de lado el empeño de quienes no comprenden que ya su momento pasó y que hay que abrir campo a otras figuras. Ojalá no se interprete lo anterior como un ataque contra quienes incurren en tales hechos, sino más bien como una crítica constructiva, muy necesaria por lo demás.

Lo advierto porque siempre que se hacen este tipo de observaciones no faltan quienes automáticamente declaran que se trata de señalamientos destructivos que en nada contribuyen a la unidad opositora. Yo creo que resulta todo lo contrario, ya que estas advertencias no persiguen dañar la personalidad de ningún dirigente opositor, mucho menos ofender o descalificar.

Una cuestión tan importante como esta hay que analizarla en toda su profundidad, pues la misma persigue nada menos que la sustitución de la terrible situación que vivimos los venezolanos, la cual está por encima de todos como individualidades y, por supuesto, más allá de las aspiraciones personales de cada uno, por muy valederas o legítimas que puedan ser.

Por desgracia, esas ambiciones individualistas de algunos son las que han generado, entre otras causas, la mayor debilidad de la dirigencia opositora: su falta de unidad. Y pensar que la misma se construyó venciendo grandes dificultades a partir de 2006 y fue sostenida inteligentemente en las elecciones presidenciales de 2012 y 2013, en las regionales de 2014 y, finalmente, en las parlamentarias de 2015, con los resultados ya conocidos.

Pero, a partir de aquel momento estelar, la unidad se fracturó y desde entonces la oposición no ha podido enfrentar con éxito esta difícil realidad. Puede decirse que ha hecho todo lo contrario, pues –como ya se señaló antes– los enfrentamientos y resquemores entre sus dirigentes se han visto incrementados, así como la falta de inteligencia que supone no buscar consensos y acuerdos entre ellos. Ya es un lugar común la observación de que a los jefes opositores les resulta más fácil dialogar y conversar con el régimen que intentar hacerlo entre ellos, como resultaría lo lógico, sin duda.

Antes de proseguir, me adelanto a señalar que también existen otras causas externas que han contribuido a implosionar la unidad entre la dirigencia opositora; entre ellas una muy clara estrategia del régimen para provocar su división, todo lo cual ha traído consigo la irrupción de los llamados “alacranes” y su imposición como directivos de los partidos intervenidos por el TSJ. No creo que haga falta agregar que detrás de toda esta operación “institucional” se mueve también otra destinada a financiar esos aliados del régimen que se presentan como opositores al mismo, pero que, en verdad, solo les sirven a sus perversos propósitos.

Tampoco podrían quedar fuera de este análisis los obstáculos creados desde el principio por el régimen y que la oposición democrática no ha podido superar. Desde la conversión del CNE en una agencia del chavomadurismo, más –como se anotó en el párrafo anterior– la utilización del alto tribunal para secuestrar los partidos políticos opositores y entregarlos a agentes del chavomadurismo, hasta el control de la institución castrense como instrumento politizado y armado del régimen, todo ello en abierta y total violación a la Constitución. No es poca cosa, por cierto.

Afortunadamente, y a pesar de la resistencia de algunos opositores, la convocatoria a elecciones primarias por parte de la Plataforma Unitaria (PU) podría ser la gran prueba crucial y definitiva para superar este cuadro cuasi parapléjico, si las cosas marchan como debe ser y la dirección del proceso permanece en manos de los representantes de la sociedad civil. Allí radicará el mayor esfuerzo de la comisión encargada de realizarlas, sin dejar de resaltar como un hecho muy positivo que las organizaciones partidistas de la PU se hayan puesto de acuerdo para designarla, integrándola con personalidades meritorias y reconocidas.

Esta singular circunstancia pareciera augurar un desenlace positivo en la escogencia del candidato unitario, y ojalá se convierta en el punto de partida para la definitiva rectificación de los errores cometidos desde 2015. Ojalá también, y en paralelo, signifique una multiplicación de los aciertos que la mayoría espera de la dirigencia democrática que adversa al régimen.

No será fácil, por supuesto. Alguna vez, siendo muy joven, escuché a Luis Herrera Campíns decir, con lógica total, que “las cosas eran perfectas hasta que intervenía el factor humano”. Todo parece indicar que usualmente es así por lo de la perfección, elemento ajeno a nuestra naturaleza. Sin embargo, cuando lo que aspiramos es la perfectibilidad se han dado casos de importantes empresas cuya realización ha sido una experiencia exitosa, gracias a la asertividad y la inteligencia humana.

Estamos a tiempo para que los opositores democráticos al nefasto régimen chavomadurista podamos reunirnos y avanzar alrededor de una candidatura unitaria, de una estrategia inteligente y de un mensaje y una mística que convoquen a la gran mayoría de los venezolanos para derrotar este desgobierno que ha arruinado y destruido al país.

Lo que está planteado entonces es que los dirigentes opositores sean capaces de demostrar en esta ocasión altura de miras y total responsabilidad con los venezolanos, adelantando un proceso limpio y transparente para elegir al abanderado presidencial unitario y luego respaldándolo todos para lograr la victoria. Por eso mismo, aquellos precandidatos que desde ya estén condicionando su apoyo al vencedor deben saber que están nadando contra la corriente unitaria.

La unidad opositora y la rectificación estratégica constituyen elementos indispensables para continuar la lucha. Ojalá la elección del candidato opositor unitario signifique el principio del fin del presente régimen y que la mayoritaria voluntad de los venezolanos así lo logre cuando se realicen las próximas elecciones presidenciales.