Héctor Quintero Montiel

 

Desde tiempos inmemoriales, la relación entre religión y política ha sido un tema de debate y controversia. Ambos espacios han estado estrechamente entrelazados, influyéndose mutuamente en diversas culturas y sociedades. La relación entre religión y política ha sido y sigue siendo compleja y controvertida. La fe ha desempeñado un papel importante en la formación de los Estados y en la definición de identidades nacionales. En la actualidad, la religión sigue influyendo en la política, tanto a través de la movilización de votantes como de la promoción de agendas específicas.

El debate sobre la separación Iglesia-Estado continúa siendo relevante en muchos países, y la influencia de la religión en la toma de decisiones políticas puede tener tanto aspectos positivos como negativos. Es fundamental promover el respeto a la diversidad religiosa en la política y garantizar la igualdad de derechos y oportunidades para todos los ciudadanos, independientemente de su fe o carencia de ella. Solo a través del respeto mutuo podemos construir sociedades más inclusivas y justas.

La religión ha tenido un papel importante en las campañas políticas estadounidenses desde la fundación de la nación. Aunque la Constitución establece una separación entre iglesia y Estado, los líderes religiosos y los políticos han trabajado juntos para influir en la legislación y en las elecciones.

James Madison fue conocido como el “Padre de la Constitución” en parte debido a sus primeros escritos sobre los derechos de los virginianos en los que argumenta que “la religión de cada hombre debe dejarse a la convicción y conciencia de cada … uno para que la ejerza como estas dicten. Este derecho es en su naturaleza un derecho inalienable”.

A medida que el país se formaba, los líderes religiosos se unieron a los líderes políticos para luchar por la libertad religiosa y otros derechos civiles. La Declaración de Independencia, que establece la libertad de religión como uno de los derechos fundamentales, es un ejemplo de este compromiso. Desde entonces, la religión ha sido un tema central en muchas de las campañas políticas de Estados Unidos.

En la década de 1960, durante la lucha por los derechos civiles, la religión fue un factor clave en la movilización de la comunidad afroamericana. El Rev. Martin Luther King Jr., un líder religioso, utilizó su plataforma para luchar contra la discriminación y la injusticia. En las últimas décadas, la religión ha sido un factor clave en las campañas políticas de los republicanos.

Históricamente, en el siglo XIX y principios del XX, los dos principales partidos se polarizaron por motivos étnicos y religiosos. En el norte, la mayoría de los protestantes eran whigs o republicanos; la mayoría de los católicos eran demócratas. En el Sur, desde la década de 1860 hasta la de 1960, la mayoría de los blancos eran demócratas (después de 1865) y la mayoría de los negros eran republicanos.

La base de votantes del Partido Republicano está formada por muchos cristianos, especialmente evangélicos, que se han agrupado para apoyar a los candidatos que comparten sus valores religiosos. Por otro lado, los demócratas suelen ser más seculares y se enfocan en temas como los derechos de los inmigrantes, la igualdad racial y el cambio climático. En general, el papel de la religión en la política estadounidense ha evolucionado con el tiempo.

Aunque la Constitución, como ya decíamos, establece una separación entre iglesia y Estado, la religión ha sido un factor clave en la elección de los líderes políticos. Desde la lucha por los derechos civiles hasta la campaña electoral de 2016, la religión ha sido un tema importante en la política estadounidense. Aunque algunos críticos argumentan que la religión debería ser separada del gobierno, la cercana relación entre religión y política parece haberse convertido en una parte integral de la política estadounidense.

Ello es así porque la religión tradicionalmente ha sido importante para los estadounidenses: El setenta y seis por ciento pertenece a un grupo religioso, según el Centro de Investigaciones Pew ; y hay cerca de 3.000 grupos religiosos en Estados Unidos. El lugar central de la religión en la vida de los estadounidenses y la diversidad de credos practicados son testamento del valor que se le otorga a la libertad religiosa. La idea de que las personas deben poder seguir el dictado de su conciencia en la forma en que ellos oran ha sido parte de la identidad estadounidense desde sus comienzos.

Robert N. Bellah, sociólogo estadounidense, profesor de la Universidad de California, Berkeley, ha argumentado en sus escritos que, aunque la separación de la Iglesia y el Estado está firmemente arraigada en la Constitución de los Estados Unidos, esto no significa que no haya una dimensión religiosa en la sociedad política del país. Argumentó que, en efecto, existe una «religión civil estadounidense» que es una fe no sectaria con símbolos sagrados extraídos de la historia nacional. Los estudiosos lo han descrito como una fuerza cohesiva, un conjunto común de valores que fomentan la integración social y cultural.

La mayoría de los estadounidenses se identifican como cristianos (65% en 2019), mientras que las religiones no cristianas (incluidos el islam, el judaísmo, el hinduismo y otras) representan colectivamente alrededor del 6% de la población adulta. Otro 26% de la población adulta se identificó como sin afiliación religiosa. La mayoría de los estadounidenses señalan que la religión juega un papel «muy importante» en sus vidas, una proporción inusual entre las naciones desarrolladas, aunque similar a otras naciones de las Américas.

A pesar de la importancia de la religión en la política estadounidense, muchos críticos han expresado preocupación por su participación. Creen que la religión convendría ser separada del gobierno y no debería ser un factor perentorio en la elección de los líderes políticos. Además, algunos creen que los guías religiosos han utilizado la política para promover sus propias agendas, como la oposición al matrimonio entre personas del mismo sexo. Argumentan que esto puede llevar a la discriminación y la exclusión de las personas que no comparten las mismas creencias religiosas.

Todos los presidentes y vicepresidentes fueron criados en una familia con afiliaciones a religiones cristianas. Solo el expresidente John F. Kennedy y el presidente Joe Biden fueron criados en familias católicas romanas. Dos expresidentes, Richard Nixon y Herbert Hoover, fueron criados como cuáqueros. Todos los demás fueron criados en familias afiliadas al cristianismo protestante. Sin embargo, muchos presidentes han tenido solo una afiliación nominal con las iglesias, y algunos nunca se unieron a ninguna iglesia.

La religión en los Estados Unidos es importante por su alto nivel de adherencia en comparación con otros países desarrollados. La Primera Enmienda de la Constitución del país impide que el gobierno tenga autoridad en materia religiosa y garantiza el libre ejercicio de culto. Muchas religiones han florecido en los Estados Unidos, incluidas las importaciones que abarcan la herencia multicultural del país, así como las fundadas dentro del país, que han llevado a los Estados Unidos a convertirse en el país con mayor diversidad religiosa del mundo.

En el actual clima político, los miembros de todas las religiones en los Estados Unidos deben equilibrar sus creencias religiosas con sus puntos de vista políticos. Esta intersección entre política y religión puede tener tanto beneficios como consecuencias negativas. Es probable que la religión juegue un papel importante en las elecciones presidenciales de 2024, tal como lo hizo en años anteriores. No dejar de ser un hecho interesante que a pesar de un cambio general hacia la disminución de la participación en la religión organizada en la población de EE. UU., la retórica religiosa en el ámbito político se ha intensificado.