José Ignacio Moreno Leon
Desde su advenimiento con al solio pontificio el 16 de octubre de 1978 como el Papa Juan Pablo II, Karol Wojtyla de solo 58 años y el más joven y primer Pontífice no romano, se empeñó en ser un mensajero contra las ideologías totalitarias, dejando claro que el comunismo no debería existir porque era “una ideología intrínsecamente perversa que todo lo destruye y corrompe”. En su visita a Mexico en enero de 1979 llegó a calificar el sistema marxista como “un error antropológico,”.
“No tengas miedo”: Mensaje a los polacos.
Para los historiadores la primera visita del Papa a Polonia en junio de 1979 supuso el comienzo del final de la URSS, ya que durante 9 días y a pesar de que el régimen comunista polaco hizo todo lo posible para rebajar el impacto de esa visita de quien había sido Arzobispo de Cracovia desde 1962, millones de personas acudieron a ver a Juan Pablo II quien consiguió despertar la conciencia y la valentía de ese pueblo mayoritariamente católico, a quien en su primer saludo como Papa inaugurando su pontificado en la Plaza de San Pedro el 22 de octubre de 1978, le había señalado “No tengáis miedo”. Fue así como el pueblo polaco redescubrió su propia fuerza y también la debilidad de la dictadura comunista que lo oprimía. Se dice que la fundación del sindicato Solidaridad, tan solo un año más tarde no hubiera sido posible sin el impacto de esos nueve días de gran actividad de Juan Pablo II en su Polonia natal.
En octubre de 1979, un año después de haber sido elegido Papa, Wojtyla denunció en la ONU la violacion de los derechos humanos de los creyentes en los países del bloque sovietico por el régimen totalitario marxista que los consideraba como “ciudadanos de segunda categoría.” Posteriormente el Partido Comunista de la URSS hizo público un documento anunciando medidas contra “las políticas del Vaticano hacia los Estados Socialistas”. Dos semanas después, el 13 de mayo de 1981, Juan Pablo II sufrió un atentado que casi le cuesta la vida en la Plaza de San Pedro, frente a unos treinta mil fieles que asistían a conmemorar el día de la Virgen de Fátima. Y el 30 de marzo de ese mismo año se había producido igualmente el intento de asesinato de Ronald Reagan, recién electo Preidente de Estados Unidos y quien con el Papa polaco participaba en una Santa Alianza contra los comunistas y en apoyo a Solidaridad, frente las amenazas de Moscú por destruirla.
En 4 de junio de 1989 Polonia venció al comunismo en elecciones en las que Lech Walesa, el líder de Solidaridad se convirtió, por voluntad del pueblo polaco, en el máximo dirigente de ese país. Se dio así comienzo al principio del fin de la “Cortina de Hierro”, símbolo bajo el cual la Unión Soviética mantenía un férreo sistema comunista sobre las republicas de la Europa del Este. Cinco meses después se inicia el desmembramiento del bloque sovietico, cuando el 9 de noviembre, bajo presión popular motivado por el ejemplo de Polonia, el gobierno marxista de la Alemania Oriental se vio obligado a anunciar oficialmente que los alemanes del Este podían cruzar libremente todas las fronteras de ese pais, y se produjo así la caída o derrumbe del oprobioso Muro de Berlín.
El colapso del socialismo ruso. “Las manzanas podridas cayeron”
Ya para 1990 todos los países de Europa Central tienen por primera vez elecciones libres, con las sucesivas derrotas de gobiernos comunistas en Polonia, Hungría, Eslovaquia, Eslovenia y Croacia. El 21 de abril de ese año con la frase “Habéis vencido el miedo”, Juan Pablo II se dirigía a los checoslovacos en Praga y a su nuevo presidente Vaclav Havel que acababan de lograr el triunfo de su Revolución de Terciopelo. Igual saludo enviaría el Papa a todas las poblaciones del Este que con la derrota comunistas habían hecho cambiar la historia y logrado que Europa recuperara el camino hacia la unidad y su parte oriental el de la libertad y la democracia.
Dos años después colapsa el sistema socialista ruso y se produce la disolución de la Unión Soviética que culminó con la independencia de las 15 republicas que habían sido subyugadas por el régimen de Moscú. Para entonces la población soviética sufría una grave crisis económica con aguda escasez de productos básicos y un notable atraso respecto a los países desarrollados; el monopolio de empresas del Estado era notablemente ineficiente, con elevada burocracia y corrupción. Por todo lo anterior cuando la prensa internacional quiso especular sobre el papel especial del Papa en el desplome del comunismo, se dice que Wojtyla afirmó “Yo no hice que esto sucediera, el árbol ya estaba podrido. Yo simplemente le di una buena sacudida y las manzanas podridas cayeron”. Atrás quedaron los oprobiosos tiempos del represivo socialismo marxista de Lenin y Stalin causantes del exterminio de más de 23 millones de seres humanos, cifra tres veces mayor que la generada por el régimen de Hitler y solo superada por los más de 70 millones de víctimas de la dictadura del comunismo maoísta de China.
Un profeta global y carismático en defensa de la libertad y la democracia.
En su peregrinaje por 126 países, como ningún otro líder religioso de la historia y como profeta global de enorme carisma, Juan Pablo II impulsó una prédica constante en defensa de la libertad y la democracia. Por ello viajó a Chile en abril de 1987 y fue recibido con entusiasmo por el pueblo que abrigaba la esperanza de un cambio político con pancartas que clamaban Wojtyla, hermano llévate al tirano. Le propuso al liderazgo opositor la conveniencia de la reconciliación nacional para una transición pacífica hacia la democracia. Y antes de marcharse reveló en privado, muchos años después, que le había sugerido a Pinochet que dimitiera. Dos veces estuvo en Nicaragua en momentos políticos muy criticos, y en su primer viaje en marzo de 1983 tuvo duras confrontaciones con el gobierno del Frente Sandinistas y su líder Daniel Ortega, quien ya asomaba su sesgo totalitario, por lo que, durante una misa que trataron de sabotear seguidores del régimen, alertó a los fieles asistentes: “Cuídense de los falsos profetas. Se presentan con piel de cordero, pero por dentro son lobos feroces.”
Juan Pablo II fue igualmente muy crítico de la crisis moral de la democracia occidental y con su Encíclica Centesismus Annus, promulgada en Roma el 1 de mayo de 1991 puso en el contexto de los tiempos modernos los principios y valores de la Encíclica social Rerum Novarum de León XIII de 1891 que estableció las bases de la doctrina social de la Iglesia y los fundamentos de la Democracia Cristiana como sistema político opuesto al socialismo marxista y al liberalismo. En su Encíclica Juan Pablo II afirma que “El error fundamental del socialismo es de carácter antropológico” al considerar a todo hombre como “un simple elemento y una molécula del organismo social, de manera que el bien del individuo se subordina al funcionamiento del mecanismo económico-social”.
Resalta igualmente el Papa el tema de los valores y principios como soportes de la libertad y la democracia, advirtiendo que “Una democracia sin valores se convierte con facilidad en un totalitarismo visible o encubierto como lo demuestra la historia”. Y que “Una auténtica democracia es posible solamente en un Estado de derecho y sobre la base de una recta concepcion de la persona humana”. Advierte el Papa además que la crisis del marxismo no elimina en el mundo las situaciones de injusticia y opresión existentes, de las que se alimentaba esa doctrina totalitaria, por lo que señala la necesidad de contribuir a la reconstrucción moral y económica de los pueblos que han abandonado el comunismo, pero con una concepcion del desarrollo entendiendo no sólo el aspecto económico, sino la dimensión humana integral de ese proceso, incluyendo igualmente la cuestión ecológica. En cuanto al papel de la Iglesia y su doctrina social, el Papa reconoce la positividad del mercado, pero señalando que este debe estar orientado hacia el bien común.
Juan Pablo II murio el 2 de abril de 2005, luego de casi 27 años como un activo y moderno intérprete y promotor de la doctrina cristiana. Y fue canonizando como santo el 27 de abril de 2014. Sus mensajes apostólicos mantienen gran vigencia como orientación para enfrentar las complejas circunstancias actuales y tendencias neomarxistas y globalistas liberticidas que amenazan los valores de la cultura occidental cuando afirmaba “Yo no hago política. Solo hablo del Evangelio. Pero si hablar de justicia, de la dignidad humana, de los derechos del hombre, es hacer política, entonces…”. O cuándo decía “El Papa no cree en negociaciones bizantinas con un poder totalitario”. O cuando afirmaba “La función de la Iglesia estriba en privilegiar las soluciones pacíficas, pero todo pueblo tiene el derecho de defenderse cuando sufre una violencia”. Por esta última consigna se hace aún más actual el mensaje con el que Wojtyla inició su papado y su prédica constante contra los totalitarismos: “No tengáis miedo”.