Por Luis Corona y Paciano Padrón
La migración ha transformado la historia de los pueblos desde tiempos inmemoriales. En los últimos años, Europa se ha visto impactada por olas migratorias fundamentalmente provenientes de Oriente Medio y África, mientras Venezuela dejó de ser país receptor de inmigrantes para convertirse en el gran fenómeno migratorio de estos tiempos.
Desde finales de la década de los años 40 del pasado siglo y durante la siguiente década, ingresaron a Venezuela más de 900.000 inmigrantes, en lo fundamental españoles, italianos y portugueses, cuando Venezuela contaba con menos de seis millones de habitantes. A partir de 1970 la emigración hacia Venezuela surgió del propio subcontinente, por razones políticas o socioeconómicas, todos encontraron refugio en nuestro país; en los años 70 recibimos aproximadamente 70.000 chilenos, eran tiempos de Pinochet; también recibimos 400.000 ecuatorianos, fundamentalmente por razones económicas, como en la década de los 70 y 80 la migración de colombianos a Venezuela fue inmensa, por razones de búsqueda de oportunidades y por la intensificación de conflictos internos. El flujo de migrantes colombianos a Venezuela alcanzó su punto más alto en 2.2 millones.
El fenómeno de migración venezolana de las dos últimas décadas, ha llamado la atención de las organizaciones internacionales especializadas en el tema. El régimen usurpador y criminal que se sostiene en el país, diseñó una política que promovió la evacuación de gente calificada, que luego se extendió a la clase media reducida a pobreza progresiva, alcanzando por último a los sectores más pobres de la población. En Venezuela hoy no hay gobierno que gobierne, el país sobrevive en el más absoluto abandono, bajo niveles de pobreza absolutamente inhumanos, con un régimen cuyo único objetivo claro es asegurar su permanencia en el poder, nos ha empobrecido e hipotecado, ha permitido la ocupación territorial de parte de Cuba, Rusia, Irán y China, así como de parte de la guerrilla colombiana y del crimen internacional organizado.
El éxodo venezolano, según la Oficina Internacional de Migración de las Naciones Unidas, alcanza los 6.000.000 de personas, cifra conservadora que es superada por las estimaciones de otros sectores, entre ellos por las del profesor Tomás Páez, del Observatorio de la Diáspora Venezolana, quien con la experiencia de él y de su equipo, asegura que el número es superior a los 7 millones, estimándose un importante incremento para el presente año, dando continuidad al crecimiento exponencial de los últimos tiempos.
Según la OIM, de los 6 millones de venezolanos emigrados, el 83 % ha quedado en la subregión latinoamericana, lo que produce una distorsión social y económica en los países de acogida, que gracias a la solidaridad internacional han recibido aportes para amainar los efectos de atención a esta población no prevista en sus presupuestos; no obstante, la ayuda no ha sido suficiente y los gobiernos empiezan a resentir los efectos de esa inmigración descontrolada. “El Proceso de Quito” para coordinar la respuesta a la crisis migratoria venezolana, facilita a los países receptores enfrentar el tema migratorio de manera colectiva y no individual, permitiendo que los Estados de la región avancen en la adopción y articulación de medidas para el manejo del flujo de refugiados migrantes.
El aumento del fenómeno de la movilidad y movimientos migratorios en el mundo, ha despertado la atención de los gobiernos y se han establecido programas estructurados para conocer dónde se han insertado sus connacionales y brindar apoyo para el mejor desarrollo de emprendimientos y para el mantenimiento de sus raíces culturales, lo que ha traído innumerables beneficios tanto para el mundo migrante, como para las naciones que han promovido estos programas. Cosa distinta ha ocurrido en el caso venezolano. Por una parte el régimen ha promovido estrategias con los gobiernos donde pueden tener influencia, para desfavorecer a nuestros coterráneos; por otro lado, en los gobiernos democráticos que le han dado acogida a venezolanos, la estrategia ha sido distinta, han promovido la xenofobia contra los nuestros, lo que ha incluido el envío de quinta columnas que, haciéndose pasar por exiliados, estimulan disturbios o hechos delictivos en países receptores, mientras que quienes actúan desde la representación política en Venezuela, han mantenido un aislamiento y falta de reconocimiento de la lucha de los venezolanos en el exterior.
En VenAmérica, Venezolanos y Americanos INC., organización civil formalmente registrada en los Estados Unidos, desde hace años hemos tratado de aunar esfuerzos para la restauración de la democracia y hemos contribuido con planes y programas para la reconstrucción del país. Desde el año 2016 hemos tratado de mantener comunicación con los directivos de la Asamblea Nacional y de sus comisiones permanentes, de igual forma lo hemos hecho a partir de 2019 con el gobierno interino. Efectuamos aportes concretos e importantes al Plan País, y es tal vez el único aspecto específico en el cual recibimos atención a nuestras propuestas, ya que del resto, ni en el Parlamento ni en el gobierno interino se nos escucha, como le ocurre a otros sectores de la diáspora; en la mayoría de los casos ni siquiera han tenido el cuidado de avisar recibo de las comunicaciones enviadas, a pesar de que algunas de ellas llegaron a Caracas firmadas por numerosas decenas de asociaciones de venezolanos, que representan a muchos miles de los nuestros que hacemos vida dispersos en el mundo, pero organizados en asociaciones civiles.
VenAmérica, en su reciente Asamblea General Anual de 2022, ratificó su posición de contribuir con la creación de espacios para los ya casi siete millones de venezolanos emigrados, exigiendo a la diáspora venezolana asumir un papel determinante en la generación de acciones concretas, que nos permita expresar nuestra propia voz en la tarea de restablecer la libertad y la democracia en Venezuela.
Estamos comprometidos con la voluntad de hacer del exilio un vehículo efectivo, generador de presión internacional e interna sobre el régimen, que se complemente en sinergia con las acciones de los venezolanos en el país.
Hasta ahora parte de la diáspora, especialmente la que ha trabajado más intensamente en el tema de política ciudadana, ha estado voluntariamente influenciada por directrices que emanan de Caracas, las cuales cada vez se ven menos, son más imprecisas y erráticas. Ahora se trata de que hagamos uso de nuestra propia voz, con un propósito común, coordinando esfuerzos entre nosotros y, como mencionamos antes, con la sinergia necesaria con quienes desde Venezuela luchan por la libertad, la democracia, el combate a la pobreza y la reconstrucción del país, como objetivos fundamentales. Asumimos el reto de contribuir a reforzar una poderosa voz plural de la diáspora.
Los retos de nuestra diáspora se han hecho mucho más complejos por la falta de unión en el mundo opositor venezolano. Pero no es cualquier unidad a la que aspiramos, nuestra alianza es con las organizaciones que luchan con todas sus fuerzas para restablecer la Constitución. Ratificamos nuestro compromiso con la Causa Venezuela, y nuestra voluntad de integrar el movimiento ciudadano del exilio con la dinámica política, para derrotar al régimen y producir el cambio, para lograr la restauración de la democracia y la reconstrucción del país, dentro de una unidad programática y acuerdos mínimos sobre el modelo de Estado y sociedad.
Expresamos en VenAmérica, en reciente proclama del mes de abril, que entendemos que la política es un juego complejo, que no existen soluciones mágicas para la resolución del drama venezolano y que es necesario explorar, de manera flexible, todas las alternativas que nos ofrece la Constitución, incluidas la desobediencia civil y las opciones electorales. “No obstante, entender esta realidad no puede llevarnos a apoyar un esquema ingenuo de coexistencia con el régimen, que solamente atiende los temas de una recuperación económica precaria, al tiempo que cede todos los espacios de control de la vida de los venezolanos. La engañosa decisión del régimen y de un núcleo cercano de colaboradores, en términos poco claros, no debe pasar desapercibida”. Nuestra posición es clara: “SI a la salida democrática, NO a la cohabitación con el régimen”.
Los venezolanos en el exterior somos fuerza de cambio para el país, levantemos con ímpetu nuestra voz; simultáneamente insertémonos de manera valiosa en los pueblos de acogida. Este es el desafío. www.venamerica.org.
* VenAmérica, ONG registrada en los Estados Unidos, presidencia@venamerica.org