WILLIAM CÁRDENAS

-Todo comenzó en Chile.

-El “Por qué no te callas”, como desencadenante de una estrategia que fragmentó el arco parlamentario español.

-Hugo Chávez no vivió para conocer las consecuencias de su represalia.

El inicio de este Siglo XXI para España estuvo marcado por el atentado en la Estación de Atocha, con todas sus nefastas consecuencias, y para Venezuela, con la puesta en marcha de la mal llamada Revolución Bolivariana del Socialismo del Siglo XXI.

A partir de entonces ambos países comenzaron a vivir una serie de acontecimientos paralelos que los vincularon negativamente, pues algunos hechos sucedidos a miles de kilómetros de distancia, tuvieron efectos en sus pueblos y todavía se manifiestan como consecuencias de aquella interacción.

Líderes marxistas españoles del ahora partido político Podemos, desembarcaron en Venezuela atendiendo el llamado de Hugo Chávez Frías, su socio ideológico americano, para dar rienda suelta a todas las fantasías de sus dudosas capacidades intelectuales, con las que habían seducido a sus alumnos en las universidades españolas de Valencia y Complutense de Madrid.

Utilizaron entonces como cascarón de proa, a la Fundación Centro de Estudios Políticos y Sociales (CEPS), tras la que se apertrecharon para ocultar los amplios beneficios que les reportaba asesorar a Hugo Chávez, entre otras cuestiones, para reprimir a movimientos sociales, que ya para entonces expresaban en las calles su disconformidad con la acción del caudillo venezolano.

Los Primeros en llegar hacia el año 2000 fueron, entre otros, Víctor Ríos, Roberto Viciano, Rubén Martínez Dalmau. A estos les siguieron posteriormente Pablo Iglesias, Juan Carlos Monedero, Íñigo Errejón, Jorge Vestringe, Carolina Bescansa, y muchos más. Pero hasta los años 2006 y 2007, su accionar se limitaba al subcontinente americano, con oficina en el Palacio de Gobierno de Caracas, desde dónde, el propio Chávez, los envió a compartir sus experiencias con Evo Morales y Rafael Correa. en Bolivia y Ecuador.

Fue entonces, el 10 de noviembre del 2007, fecha en la que se celebraba en Santiago de Chile la XVII Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado, cuando se produjo el famoso “POR QUÉ NO TE CALLAS” con el que el Rey Juan Carlos I le paró los pies a un incontenible Chávez, que arremetía una y otra vez con verbo encendido contra el presidente español José María Aznar. El incidente tuvo un efecto demoledor en el líder venezolano; la oración que se convirtió en un fenómeno social, se interpretó como una burla a Chávez, quien jamás esperaba ver su altanería y orgullo heridos, en un episodio mediático que le dio la vuelta al mundo y que aún recordamos.

La venganza de Chávez no se hizo esperar. Llegó de la manera más sibilina que políticamente nos pudiéramos imaginar. A los seis meses del “Por qué no te callas”, el presidente venezolano estaba firmando una orden administrativa, para conceder más de siete millones de dólares, a favor de Pablo Iglesias, Jorge Vestringe, Juan Carlos Monedero e Íñigo Errejón, especialistas en romper las democracias desde dentro de sus instituciones, con el declarado propósito de que volvieran a España y establecieran una “franquicia bolivariana”.

A partir de entonces todo cambió, pues lo que hasta ese momento se limitaba a las fronteras de los países de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de América (ALBA), se trasladó al territorio europeo, concretamente a territorio español. Hugo Chávez no pudo ver los resultados de su estrategia, pues murió el 30 de diciembre de 2012, aunque el régimen lo ocultó hasta el 5 de marzo siguiente.

Coincidencialmente, a partir del 2008 el mundo conoció la abrupta aparición de la crisis financiera de las hipotecas “subprime”, que en España tuvo los efectos demoledores de una crisis económica general, por el estallido de la llamada “Burbuja inmobiliaria”, con el despido de cientos de miles de trabajadores, que fueron expulsados del sector de la construcción por el cierre de muchas empresas, y su contagio a otros ámbitos de la economía española.

Se dio entonces la “tormenta perfecta” en la que el grupo de españoles amigos de Chávez, muy bien apertrechados de petrodólares, en un terreno abonado para los discursos populistas, hicieron su aparición en la política hispana con el Movimiento de los Indignados, una manifestación iniciada el 15 de mayo del año 2011 (15M), convertida en acampada durante dos meses en la Puerta del Sol. que se extendió por más de cincuenta ciudades españolas. Detrás de esa movilización se encontraba, de manera velada, el liderazgo de Pablo Iglesias.

Al año siguiente, el 25 de septiembre del año 2012, se realizó la manifestación conocida como Rodea el Congreso, que llegó a sitiar el Congreso español, asediado por los violentos manifestantes del 25S durante un buen tiempo, y todo este descontento se canalizó hacia la constitución de la formación política llamada Podemos.

El 17 de enero de 2014 se fundó Podemos y a partir de entonces el equilibrio parlamentario que garantizaba el bipartidismo español entre el Partido Popular (PP) y el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) comenzó a tambalearse. La irrupción de Podemos en las elecciones del Parlamento Europeo del 2014, donde lograron arribar con 5 europarlamentarios obteniendo más de un millón de votos, marcó un antes y un después que nos indicaba que ya el espectro político parlamentario español cambiaría y cambiaría para mal.

La respuesta que se dio desde la Jefatura del Estado fue tan inmediata como importante. No en vano están integrados en la Casa Real sesudos asesores que supieron entender el momento de fractura y fragmentación que se viviría a partir de allí en el Parlamento, donde las perturbaciones en los equilibrios políticos que habían garantizado la estabilidad del Reino durante 40 años imponían tomar decisiones inmediatas e importantes.

Fue así como el 18 junio de 2014 se adelantó la Abdicación del Rey Juan Carlos I, para dar paso al Rey Felipe VI, cuando todavía las mayorías eran seguras y permitían la Sucesión. Este movimiento magistral de la Corona dejó sin argumentos a quienes veían en la imagen del Rey Juan Carlos I, la pieza fácil a abatir para poner fin a la Monarquía y dar paso a sus sueños republicanos.

Tomó posesión el nuevo Rey Felipe VI, mientras en la vida de los políticos españoles continuaba el desmoronamiento del bipartidismo, ahora con la aparición de un partido de derecha llamado VOX, que fundado en diciembre de 2013 como una lógica respuesta social pendular a la aparición de Podemos, que junto al partido de centro Ciudadanos, comenzaba a minar las bases del Partido Popular (PP), así como Podemos minaba las del PSOE.

Tal fue el descalabro del bipartidismo con la aparición de Podemos y VOX, que los resultados electorales de los años sucesivos reflejaron una pérdida para PP y PSOE de alrededor de 5 millones de votos cada uno, con la fractura de las mayorías parlamentarias y la necesidad -para lograr gobiernos- de pactar con los nuevos partidos y, especialmente con los partidos independentistas y nacionalistas, que en este nuevo escenario, hacían valer con mayor fuerza su peso en la participación de gobiernos fragmentados que necesitaban de sus pocos votos para lograr las mayorías que garantizasen la gobernabilidad.

Llama la atención que a VOX se la etiquetó socialmente, mediante el control mayoritario que ejerce la izquierda en los medios de comunicación, como partido de ultra derecha, en tanto que a los comunistas de Podemos, simplemente se las calificaba como fuerzas “progresistas”.

Luego vinieron el ilegal referéndum nacionalista de Cataluña del 1º de Octubre del año 2017 durante el gobierno de Mariano Rajoy; la llegada al gobierno del socialista Pedro Sánchez, primero mediante la moción de censura contra Rajoy, y luego, en alianza con Podemos, los independentistas y los nacionalistas vascos y catalanes; y el 2020 llegó la Pandemia del COVID 19 que paralizó el país durante dos años. Todo ello en un coctel que ha impedido la recuperación económica de España, que sigue arrastrando las consecuencias de la crisis económica del 2008, con millones de parados, una economía estancada, una gran deuda externa y sin planes claros de recuperación.

En medio de este huracán, el 2019 apareció un rayo de esperanza en la Presidencia de la Comunidad de Madrid, Isabel Diaz Ayuso, que no sólo mandó a su casa a Pablo Iglesias, el farsante del chalet, al que derrotó abrumadoramente en las elecciones autonómicas del 2021, sino que supo lidiar con el ataque del “fuego amigo” de su compañero Pablo Casado dentro del PP.

Esto último permitió a Alberto Núñez Feijóo llegar a la Presidencia del PP y presentarse a las pasadas elecciones generales del 23 de julio, en las que se ha podido constatar que los dos partidos tradicionales han recuperado parte de sus espacios electorales, llegando a alcanzar alrededor de los 8 millones de votos cada uno, y evidenciar la debacle y el fin de la aventura de Podemos, la desaparición de Ciudadanos, y el descenso del grupo parlamentario de VOX, que bajó de los 52 a 33 parlamentarios.

Pero este resultado electoral, todavía muy fragmentado, impide a los dos partidos tradicionales alcanzar la mayoría absoluta de 176 parlamentarios necesaria para gobernar, y la democracia española se enfrenta ahora ante la disyuntiva de aceptar un gobierno en el que las minorías tendrán una importancia decisiva o la necesidad de repetir las elecciones. Es la evidencia palmaria de que el sistema electoral, en el que se garantizan desequilibrios territoriales, ni es justo ni es conveniente.

La reciente experiencia del gobierno de Pedro Sánchez no ha podido ser más negativa. Pactó con los que quieren romper a España, y con los que desde dentro de las instituciones se prestan para ello. Y esto, el grueso de los españoles de bien no lo quieren volver a repetir. Entre tanto, Feijóo se ha procurado el apoyo incondicional de VOX, que renuncia a estar en funciones de gobierno, lo que le puede ayudar a alcanzar los 176 votos de la mayoría absoluta.

A Felipe VI, el jefe de Estado, en su rol constitucional de arbitraje y neutralidad política, le va a corresponder la responsabilidad de proponer a las Cortes el candidato a formar gobierno. Será un momento difícil para el Rey, quien deberá ser consecuente con los principios y valores que rigen a esta antigua nación. Es muy difícil pensar que él mismo vaya a proponer conformar gobierno a quienes, desde diferentes argumentos ideológicos, pretenden romper la unidad de esta gran nación, ni de los republicanos que quieren acabar con la Monarquía que él representa. El Rey debe poner con firmeza las cosas en su sitio, como lo hizo en aquel discurso después del intento separatista catalán del 03 de octubre de 2017.

William Cárdenas Rubio

CONSULTORES CÁRDENAS