Héctor Quintero Montiel

 

Ecuador, localizado entre Colombia y Perú, los dos mayores productores de cocaína del mundo, se ha convertido en un importante centro de distribución de esa droga hacia Europa y Estados Unidos. Es un pequeño país andino exportador de petróleo, con conflictividad indígena, incertidumbre política, azotado y acorralado por la violencia de los carteles del narcotráfico.

El presidente, Guillermo Lasso, en medio de una disputa con la Asamblea Nacional disolvió el ente legislativo y el Consejo Nacional Electoral convocó elecciones anticipadas. Muchos pensaron que la situación política mejoraría. Sin embargo, en lo administrativo el Gobierno no ha podido sacar adelante la mayoría de sus proyectos de decretos leyes ni ha podido retomar el control cabal de la seguridad, convirtiendo este último tema en el cotilleo de los corrillos políticos y ciudadanos, destacándose la escaramuza de los carteles del narcotráfico.

La inseguridad ciudadana incluyó el lamentable asesinato del candidato Fernando Villavicencio, lo cual demostró que el crimen organizado se ha asentado en el país en los últimos años e intenta condicionar la vida social y política ecuatoriana. El mayor reto es la penetración de los carteles del narcotráfico en instituciones como la policía o el sistema judicial. El poder de los cárteles, paradójicamente, ha crecido desde las prisiones, donde reina la anarquía. Detrás de sus muros han puesto en jaque al Estado.

Durante estos meses, los candidatos presentaron sus ideas, promesas, y programas de gobierno; sin embargo, algunos expertos resaltan que ninguno quiso arriesgarse a ser confrontado realmente sobre la viabilidad de sus propuestas y más bien han tratado de esquivar el «meter la pata» para evitar cualquier ‘desangre’ de votos. La ciudadanía tuvo medianamente la oportunidad de escucharlos en esta campaña apresurada y el pasado 15 de octubre les tocó sacar sus propias conclusiones para definir su voto, con la esperanza de que el ganador pueda enfrentar y paliar la inseguridad en la que se vive y, al mismo tiempo, mejorar las oportunidades para buscar un futuro mejor para los habitantes del Ecuador.

La campaña, para muchos actores políticos, analistas y ciudadanos, además de peligrosa fue aburrida y fútil, con discursos llenos de muchos qués, pero con pocos o escasos cómos. Muchos piensan que el resultado de la jornada comicial puede ser el pistoletazo de salida de una larga precampaña para las siguientes elecciones en 2025.

El presidente electo, Daniel Noboa, recibe un país bloqueado institucionalmente, azotado por la violencia y con unas exiguas expectativas económicas. El próximo presidente no lo tendrá fácil con una Asamblea en la que ninguna de las fuerzas políticas con representación tiene mayoría y donde, más que sacar adelante los proyectos que necesita el país, el día a día se va en un enfrentamiento insustancial contra el Gobierno y las propias bancadas. Como en otros países de la región, el descrédito de las instituciones es enorme. Un 95% de los ecuatorianos tienen una imagen negativa de la Asamblea y un 87% la tiene del poder judicial, según una encuesta de mayo de Click Reseach. Lasso también se irá con una popularidad por los suelos.

El presidente electo apenas tendrá 16 meses por delante antes de volver a las urnas; estará en el poder un año y medio aproximadamente, tiempo que resta para completar el periodo 2021-2025 ya que por ley se limitará a terminar el mandato inacabado de Lasso. Poco tiempo para un país al que, además de la violencia, se le superponen una grave crisis política, una delicada situación económica y un éxodo en aumento de ecuatorianos que salen en busca de un futuro mejor. Se trata de un gobierno de transición entre la crisis de gobernabilidad de los últimos meses que obligó al presidente Lasso a ejercer su derecho constitucional, decretando la muerte cruzada, e iniciar un nuevo ciclo político-electoral formal.

Los electores ecuatorianos votaron por dos candidatos que, si bien son unos desconocidos para la mayoría, cuentan con unos padrinos que no necesitan presentación en el interior del país. Luisa González es la elegida por el movimiento del expresidente Rafael Correa para tratar de devolver el correísmo al poder y Daniel Noboa es hijo del millonario empresario Álvaro Noboa, eterno candidato que trató de llegar a la Presidencia en cinco ocasiones sin éxito. Los dos mentores se enfrentaron hace 17 años en las elecciones de 2006, que ganó el correísmo.

La economía de Ecuador atraviesa momentos críticos. El próximo presidente deberá enfrentar un déficit fiscal que al cierre de este año llegará a los 5.000 millones de dólares, lo cual significa casi un 4% del PIB. Gran parte de esa carencia son gastos corrientes para el funcionamiento del Estado, y sí no hay solución inmediata los funcionarios públicos no recibirán a fin de año sus estipendios.

“Esto se traducirá en que el Gobierno saliente deje a su sucesor una gran cantidad de atrasos en los pagos, y que el entrante use al Banco Central como prestamista”, dice José Hidalgo, director de Cordes. Ello está prohibido por ley, pero es una posibilidad a la que ambos candidatos se han referido como opción para financiar el agujero fiscal. El actual Gobierno cerró un tratado con el Fondo Monetario Internacional por 6.500 millones de dólares de 2020 a 2022. Desde entonces no ha habido nuevos acercamientos con el FMI y para un gobierno que durará apenas 16 meses será difícil obtener nuevos créditos.

Las medidas que pululan en el ámbito económico son la eliminación del subsidio al combustible y el incremento del IVA. Cualquiera de estas opciones es demasiado impopular para llevarla a cabo un nuevo gobierno en tan corto tiempo en una nación donde ha crecido la pobreza y la pobreza extrema.

Cada vez son más los que convierten en realidad la idea de irse del país. Los ecuatorianos son, después de los venezolanos, los migrantes que más atraviesan la selva del Darién, uno de los puntos más peligrosos utilizados por los migrantes irregulares para llegar a Estados Unidos, y para algunos expertos será la próxima crisis a la que tendrá que hacer frente Ecuador. Un éxodo que mermará al pequeño país latinoamericano que exige un nuevo presidente que lo rescate del foso en que se encuentra sumido.

La victoria de Daniel Noboa en las elecciones extraordinarias celebradas el pasado 15 de octubre, reconocida públicamente por su contrincante, Luisa González, significa el relevo generacional en la política ecuatoriana, y un paso al frente de la juventud en la conducción política y administrativa del Ecuador. Nombres como Juan Carlos Holguín, Otto Sonnenholzner, Yaku Pérez entre otros serán los nuevos líderes políticos en Ecuador, encargados de llevar al país por el sendero de paz, democracia y desarrollo que los ecuatorianos esperan de ellos.

Luisa González, al reconocer su derrota el pasado domingo llamó a la unidad nacional para emprender un nuevo camino que permita recuperar la confianza en el país controlando la inseguridad, tomando las medidas fiscales necesarias, tratando de evitar la migración. «Cuente con nuestros votos, siempre y cuando, no sea para privatizar o precarizar», dijo. Y reiteró: «El Ecuador necesita sanar; cuente con nosotros para un proyecto de Patria».

A pesar de las buenas palabras e intenciones de la candidata a presidenta y presidenta del partido de la Revolución Ciudadana, el ambiente de concordia, entendimiento y de construir un mejor país, que pensaron los ecuatorianos iba a ser el primer paso para la concordia nacional al concluir el proceso electoral, ha sido mancillado por Rafael Correa. La derrota permitió que el representante del Socialismo del siglo XXI, miembro del Foro de Sao Paulo y del Grupo de Puebla y prófugo de la justicia ecuatoriana derramara su amargura ante los resultados electorales, su ilusión de regresar al poder se esfumó, habrá que seguir intentando.

El expresidente y líder de la Revolución Ciudadana aseguró, el martes 17 de octubre, que el mandatario electo Daniel Noboa tendrá el apoyo total del correísmo solo si trabaja para cambiar la desgarradora situación que vive el país. “El Ecuador de (Lenín) Moreno, (Guillermo) Lasso y los de siempre es el Ecuador del año 2000: la gente viendo partir a sus seres queridos. Si Daniel Noboa trabaja para cambiar esta desgarradora situación, puede contar con todo nuestro apoyo”, aseveró. Desconcertado y desorientado se contradice el expresidente con lo dicho en la madrugada dos días antes.

Tampoco nadie puede predecir cuál será el papel de la oposición, específicamente de los 52 parlamentarios del correísmo, de cara al Gobierno del nuevo inquilino de Carondelet. Continuará la ambición desmesurada de Correa por tomar a como dé lugar el poder en Ecuador para anular los procesos penales sentenciados por la justicia ecuatoriana y manejar el país de acuerdo con los principios de su patrocinador Hugo Chávez. Daniel Noboa, de 35 años, ha roto la ley del péndulo de la política y hasta puede haber abierto una grieta al interior de la Revolución Ciudadana.

Los 137 legisladores elegidos en los recién culminados comicios extraordinarios, demuestra la segmentación que vive Ecuador, y exteriorizan la fragilidad del gobierno que dentro de mes y medio iniciará Daniel Noboa. La primera fuerza política será el correísmo, la Revolución Ciudadana, con 52 parlamentarios; seguido por el Construye, la alianza nucleada bajo la dirección del fallecido Fernando Villavicencio con 29 asambleístas; el partido Social Cristiano con 14 curules; la Alianza Democrática Nacional que respaldó al presidente electo con otros 14 parlamentarios; la alianza Actuemos que respaldó a Otto Sonnenholzner alcanzó siete curules; Actuemos, 8 curules; Claro que se puede, movimiento que apoyó a Yaku Pérez, sacó 3 parlamentarios, el Partido Sociedad Patriótica (PSP), de Lucio Gutiérrez, expresidente del Ecuador, también logró tres representantes y otros movimientos 15 legisladores.

Noboa recibe un país estancado en lo económico en el que se han vuelto comunes los motines en las cárceles, la aparición de cadáveres desmembrados, los asesinatos a manos de sicarios. La inseguridad y la crisis económica son los principales retos del próximo presidente de Ecuador. El narcotráfico es el gran problema con el que tendrá que lidiar un gobierno que como ya dijimos sólo durará año y medio.

Por ello, su primera reunión política ha sido para delinear la hoja de ruta que guiará la ejecución del plan de Gobierno y el trabajo en la nueva Asamblea Nacional, teniendo como prioridad los temas de seguridad y reactivación económica, eje central de la conversación que mantuvo el presidente electo, Daniel Noboa, con los catorce asambleístas elegidos pertenecientes a la alianza Acción Democrática Nacional (ADN).

Otro reto será lograr la gobernabilidad que no pudo conseguir Lasso. Desde la salida del expresidente Rafael Correa del poder, el correísmo como tendencia política no ha logrado recuperar el gobierno. El voto duro que mantienen ya no les alcanza para ganar las elecciones.

En Ecuador «La democracia triunfó sobre el miedo y la violencia», valora la misión de la OEA. El organismo regional felicitó el compromiso cívico de los ecuatorianos al acudir a las urnas de votación para ejercer su derecho a elegir en democracia. Esperamos que la muerte cruzada señale un nuevo amanecer para el Ecuador. Veremos, con el tiempo, sí ella trajo buenos resultados a la patria que honra al Mariscal Sucre.