Los países democráticos rechazan mayoritariamente la guerra por la invasión de Rusia a Ucrania. Siendo Rusia uno de los principales productores y exportadores de petróleo y gas del mundo, es un hecho que el mercado energético -por la presente dependencia europea de la importación de petróleo y gas rusos- se ve afectado en tres aspectos: la autosuficiencia energética, la diversificación del suministro de proveedores seguros y confiables (que a su vez traerá como consecuencia un reacomodo del mercado entre suplidores y consumidores) y, por último, la aceleración de procesos de transformación energética más amigables con el ambiente. Dentro de este contexto, Venezuela vive su mayor crisis política y económica desde que somos república. Hoy nuestro país desde el punto de vista de producción petrolera y fuente de suministro no es relevante en el mercado petrolero, pero ante las circunstancias que hoy vive el mundo por la guerra en Europa, vuelve a la mesa de la geopolítica internacional, fundamentalmente por su potencialidad, dada la base de recursos y su ubicación geográfica privilegiada.
Desde hace 22 años el régimen autoritario en Venezuela, una supuesta revolución, ha impuesto un modelo político, social y económico que solo ha traído corrupción, destrucción general, pérdida de referentes éticos, pobreza material y espiritual. Cualquier análisis que se hiciera del mismo solo reflejaría deterioro de las libertades políticas, la violación de los DDHH, y en lo económico, la ruina del aparato industrial y agropecuario, con una consiguiente caída del PIB, ya que la torta de la economía se ha reducido dramáticamente, obligando a millones de ciudadanos a tener que sufrir las incertidumbres de la emigración, ya que en su propio país no pueden satisfacer sus necesidades básicas. Como consecuencia alarmante, un crecimiento nunca visto de la pobreza, representando un pasivo social inmenso, el cual el régimen vigente no puede ni busca resolver.
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