ANDRÉS CALDERA: “El gran daño que hicieron al país fue la Constituyente de 1999”
Foto: La Razón Dar la espalda a la reforma constitucional durante los cinco años del segundo...
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Leer másUna campaña mediática ha intentado manipular la opinión pública para convertir a Rafael Caldera en el culpable de todos los males de Venezuela por haber sobreseído a Hugo Chávez en 1994.
Se repiten una y otra vez argumentos como que «era su padrino», o que «estaba entendido con él», o que «apoyó el golpe de 1992», o que «lo ha debido enjuiciar», o que «lo ha debido inhabilitar», lo que es falso en unos casos o era imposible en otros.
Se oculta la gravedad de haber roto el orden constitucional creado a partir de 1961 con la Constituyente de 1999, que abrió el camino al autoritarismo y a la no alternabilidad en el poder.
La verdad es que la liberación de Chávez fue pedida por todo el país y éste vio perder su popularidad al salir de prisión. Las causas que lo llevaron a Miraflores en 1998 y las que comenzaron a darle todo el poder en 1999, nada tuvieron que ver con el presidente Caldera ni con el hecho de su liberación en 1994. Pero, siguen insistiendo en algo que no es verdad, que deforma la realidad histórica, con la intencionalidad conocida de que una mentira dicha mil veces se convierte en verdad, lo cual por supuesto rechazamos completamente.
Al referirse a Konrad Adenauer, primero de los líderes mundiales que estudia en su reciente libro sobre el liderazgo, Henry Kissinger caracteriza la fecunda acción del estadista como una estrategia de la humildad. En verdad, tras la Segunda Guerra, le correspondió sacar adelante un país despojado por el rendimiento incondicional. Sin embargo, fue capaz, como dijera Ángela Merkel, de dar a Alemania “perspectiva y estabilidad tras el fracaso de la República de Weimar y los horrores del Nacional Socialismo”.
Con ello ya se pone de manifiesto su excepcional calidad humana: un líder dotado de un carácter templado por la adversidad y movido al mismo tiempo por una visión de la Europa unida. Así, “en tan solo dos años después de llegar a ser canciller —escribe Kissinger— Adenauer había logrado la participación de Alemania en la integración europea”.
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