Muy pocos actores, hoy en día, pueden jugar un papel en el ring en que están luchando Rusia y Ucrania

Entrevista de Macky Arenas a MILOS ALCALAY

  • La actual arquitectura internacional va a cambiar después de esta guerra
  • Las instancias internacionales tienen que ser categóricas, sin medias tintas
  • Hay que combatir a todo el que pretenda caricaturizar a la democracia frente al totalitarismo. Esa es la lucha.

_La guerra en Ucrania se encuentra en un momento crítico. La contraofensiva ucraniana comenzó hace unos meses. ¿Ha logrado algún avance significativo? Alguno ha recordado a la Primera Guerra Mundial tras la sangrienta batalla del Marne, cuando el frente occidental se estancó durante más de tres años causando millones de muertos. ¿Podrá Ucrania resistir tanto tiempo de inmovilidad?

_ Una excelente pregunta, pero la respuesta no está ni en Ucrania ni en Moscú. Está dentro de la definición de un nuevo orden mundial en el cual hay una confrontación sobre lo que tiene que ser una nueva realidad geopolítica mundial. Reflexionaba en estos días acerca de lo que fue la ex Yugoslavia o lo que podría ser la futura España resquebrajada. Yugoslavia – donde están mis raíces- no existe porque hubo una dispersión y un final. Todos se odian entre sí. Si se rompe la unidad en la pluralidad, eso ocurre. Pasó en Yugoslavia y en España estamos viendo algo parecido. Toda esa arquitectura hacia una España unida con las autonomías y las diferencias, se está agrietando. Pongo estos ejemplos porque Ucrania es el resquebrajamiento del poderío de la Unión Soviética y esa nueva realidad hace que las nuevas naciones, en la búsqueda de su identidad, opten por un modelo distinto al de la hegemonía de Moscú. Ucrania optó por Bruselas.

_ ¿Por qué ese ensañamiento con Ucrania? ¿Qué significa realmente ese país para Rusia?

_ El fin del imperio ruso, del imperio de los zares. Es el fin de la Gran Rusia sumado al choque de dos grandes tentaciones: la lucha por la reafirmación democrática, de libertades y pluralismo con el mantenimiento del totalitarismo de países como Rusia, pero también China, Corea del Norte y demás. La alianza democrática siempre ha sido débil en defender – a pesar de la gran solidaridad militar- a Ucrania. Me refiero a que no han sido contundentes para aceptarla como nuevo socio. Ucrania se siente europea y Rusia no quiere dejarla entrar en el ámbito europeo.

_ ¿Por qué?

_ Porque hoy es Ucrania y mañana será Bielorrusia, seguirá Azerbaiyán… es decir, el resquebrajamiento real del imperio ruso – que tratan agónicamente de evitar con Putin intentando reconstruir la antigua Unión Soviética- no tienen la fuerza militar y es un desastre lo que ha generado. Son ya 18 meses de guerra de liquidación y no se ve final.

_ Eso no afecta sólo a Ucrania. El pueblo ruso también ha perdido vidas. Pero cuando conocemos los resultados de las últimas elecciones internas en Rusia, nos da la impresión de que también está lejos el fin de ese sistema…

_ Por la venta de un ideal nacionalista a ultranza que ponga al frente un enemigo común, en este caso de la especificidad rusa, eslava. El objetivo es alienar la mentalidad de los rusos. Sucedió con Hitler y el nazismo; en América Latina fue lo que quisieron hacer los militares argentinos con el tema de Las Malvinas, una guerra que no tenía ninguna posibilidad pero ellos trataron de unificar la realidad argentina contra un enemigo. Igual perdieron la guerra y el régimen militar tuvo su fin. Espero que lo mismo suceda con la Rusia de Putin. La fibra nacionalista y el temor a ser acusado de antipatriota, de traidor es lo que juega allí.

_ Pero la especificidad de la cultura ucraniana no es tan distinta a la rusa…

_ ¡Claro! Si buscas confrontación entre China y África del Sur, allí no hay vínculos; pero en el caso de Rusia y Ucrania no vale. Es increíble que una potencia militar como la rusa, en 18 meses no haya podido vencer el heroísmo de los ucranianos. Su líder ha logrado una solidaridad planetaria impresionante. De nuevo, Ucrania es el David que lanza diariamente pedradas al Goliat ruso.

_ Putin se pregunta: “cómo podemos detener las hostilidades si Ucrania lleva a cabo una contraofensiva”. ¿Cuál es la alternativa?

_ El gigante ruso está sintiendo los efectos de una guerra que no ha podido terminar…

_ ¿Por eso llamó al dictador de Corea del Norte?

_ Diría que se nota una gran desesperación del imperio y el potencial nuclear ruso. Es uno de los cinco miembros del Consejo de Seguridad de la ONU y no puede controlar la guerra con Ucrania. Y se siente perdedor. Hasta alguien totalmente tóxico y rechazado como el régimen de Corea del Norte, es un aliado importante para Rusia. Eso muestra la fragilidad. La Gran Rusia depende de un tiranuelo, lo cual es vergonzoso para una potencia.

_ Recientemente leímos una declaración sorprendente y que plantea el dilema moral: “El G-20 no condena la guerra en Ucrania pero critica su impacto económico”… ¿y las vidas humanas?

_ Sin duda que la actual arquitectura internacional va a cambiar después de esta guerra. Vuelvo al tema: la búsqueda de acuerdos negociados evidencia una fragilidad frente a la necesidad de llamar las cosas por su nombre. En la reunión anterior del G-20, llegaron a condenar claramente la invasión rusa. Ahora lo han matizado diplomáticamente. A los rusos no les gustó la propuesta y para no tocar más el tema del rechazo a Putin, tímidamente ratificaron los alcances de la resolución anterior. Pero no se atrevieron a poner en blanco y negro la condena al atropello ruso a Ucrania. Está y no está. Es lo que ha sido hasta ahora la diplomacia que busca la firma unánime de un documento en el G-20. Por eso insisto en que un cambio debe darse porque esas instancias tienen que ser cada vez más categóricas, sin medias tintas.

_ Y no es la única realidad que las confronta hoy…

_ Una es el BRICS+, lo cual es un error terrible porque el BRICS era el norte del sur global. Ahora, al aceptar a Etiopía, a los Emiratos Árabes e Irán, se constituye una especie de movimiento no alineado. El asunto es que China y Rusia necesitan nuevos aliados.

_ Es un hecho que Ucrania se ha mundializado. ¿Ha logrado Moscú concretar aliados, más allá de Piongyang y una China que más bien parece resentir el que Moscú le ha aguado la fiesta en Taiwán?

_ Importante pregunta. Rusia está tratando de esconder su desastre militar y político internacional. Y está en una línea de clara violación al derecho internacional. El aislamiento de Rusia, no sólo económico sino también institucional, la lleva a intentar ganar nuevos amigos. Lo ha apuntado, inicialmente con China y luego con un régimen tan tóxico como Corea del Norte. Pero los chinos han sido sumamente cautelosos en no firmar un cheque en blanco; a pesar de su especial relación con Rusia. China se ha presentado como uno de los posibles negociadores de un sistema de paz, y ha tratado de invertir respaldando posiciones en el Medio Oriente como lo ha hecho con Siria y algunos países africanos, buscando solidaridades. Eso fue la última visita de Lavrov en América Latina, cuando vino a Nicaragua, a Cuba y a Venezuela.

_ Pero esa no es América Latina

_ Por supuesto que no. Es la urgencia por salir de ese marco de aislamiento, dar la impresión de que ganan aliados cuando esos países, en teoría y de momento, ya los tienen. Los rusos también juegan. Tienen posibilidades de acercar a países africanos y del Medio Oriente con una línea que no promete nada porque es una caricatura antiimperialista, anti norteamericana, antioccidental, anticapitalista. En otras palabras, el lenguaje es el de la Guerra Fría que hoy no tiene incidencia en la búsqueda de un mundo plural.

_Aunque ha sido desmentido, por estos días se habla del presunto reclutamiento de cubanos para luchar del lado ruso en Ucrania. Habida cuenta de lo que hacen con médicos, entrenadores deportivos y ahora maestros, ¿no resulta lógico pensar que armar un ejército mercenario sea una tentación para un régimen que se ha quedado hasta sin el petróleo de Venezuela?

_ Muestra dos cosas. Primero, cuando Putin se sentía cómodo con una de sus grandes creaciones, tipo Frankenstein, como el Grupo Wagner –como acá los colectivos auspiciados por el régimen o las movilizaciones forzadas en Cuba a favor del castrismo- que no es otra cosa que una fuerza mercenaria, era una relación buena porque los utilizaba en sus conflictos con Chechenia, con Crimea, en África, en América Latina, pero se resquebrajó. Los mercenarios internacionales comenzaron a ser vistos como rechazables por Moscú. Y si es rechazable para Moscú, es rechazable para Díaz-Canel. En Cuba es absolutamente imposible reclutar mercenarios sin la aprobación del gobierno. En Colombia, por ejemplo, podría ser. Recordemos lo ocurrido en Haití con los mercenarios colombianos. Cuando el Grupo Wagner rompe con Rusia, también rompe con Cuba y ésta trata de lavarse las manos. Lo más grave es lo que no se señala. El sólo hecho de que Díaz-Canel diga que van a investigar el asunto es reconocer que sí había una línea como la que tuvieron en Angola, en Mozambique, en Etiopía. Si exportan médicos, ¿por qué no también soldados?

_ Ya que menciona al Grupo Wagner, dos hechos sorprendieron al mundo: la explosión del avión donde supuestamente viajaba el líder de las milicias y el creciente número de civiles detenidos y/o defenestrados en Rusia por sus críticas a la guerra. ¿Qué explicación tienen, si es que ya se conoce en toda su dimensión? Sin mencionar que ha circulado que Prigozhyn no murió y estaría en la isla de Margarita…

_ En Margarita no creo, pero sí pienso que puede estar en África, donde ellos tienen buenas bases. Hay muchas dudas. ¿Por qué el jefe del Wagner va al país más incondicional aliado de Putin, que es Bielorrusia? Después de haberle declarado la guerra a Putin, llegaron a un acuerdo gracias a la intervención de Lukashenko, una marioneta de Putin, en cuyas manos se pusieron. Él los acoge, pero les exige negociar. Todo se desarrolla bajo las instrucciones de Rusia. En segundo lugar, si has aceptado ir a Bielorrusia -una página no muy clara- ¿que hace el señor Prigozhyn en un vuelo de Moscú al exterior? Eso facilita un atentado que pase por “accidente”. O bien, regresando a la política-ficción, se trata de una especie de blanqueo del personaje: Putin no puede aceptar lo que hizo, pero hace parecer que el hombre muere para comenzar otro capítulo en otro lugar, con algunas garantías, cambio de identidad incluido. Lo cierto es que el imperio de los Wagner continuará pues tiene un papel que cumplir en Níger, en Gabón, un papel económico importante y no hay otra cabeza sino Prigozhyn. Todo esto entra en el terreno de la especulación, pero no puedo creer que un hombre que estableció un estado paralelo mafioso, pueda ser tan ingenuo de ir a Rusia y salir de allí metido en un avioncito. Yo no me lo creo. Aunque podría haber sido. No se sabe.

_Suena lógico pues Putin acostumbra salir así de sus rivales, los desaparece del mapa, los envenena o los “accidenta”…

_ Eso no lo perjudica sino que le da fuerza. El mensaje es: “el que se mete con Putin, se muere”.

_ Volviendo a América Latina, ¿se han desinflado las posibilidades de Lula como mediador, mientras el papel de la Santa Sede gana espacio? El cardenal Zuppi ha estado ya en Kiev, Moscú, Washington y ahora fue a China para apurar las opciones de mediación del Vaticano en Ucrania. Zuppi ha señalado la relevancia de Pekín en la hipotética resolución del conflicto. ¿Qué sugiere esto?

_ Muy pocos actores, hoy en día, pueden tener un papel en el ring en que están luchando Rusia y Ucrania. La pérdida de vidas humanas, la destrucción de las ciudades, el costo económico, el drama de los refugiados. Alguien tiene que hablar por los sobrevivientes. Sobre Lula, ya es su tercer mandato presidencial-y felizmente el último- exhibe una gran torpeza porque su deber, no por él sino por Brasil, es ser un factor de equilibrio. Sugerir alegremente que regalen Crimea a los rusos implica que se acabó el rol de Brasil en ese conflicto. Otros que podrían ser mediadores también se anularon. El show de Putin de invitar a jefes de Estado africanos a una cumbre, no hace sino acentuar su fragilidad. Mal puede venir mediación de ese continente cuando tienen conflictos espantosos en desarrollo y de todo tipo, religiosos, étnicos, económicos y políticos. ¿Qué nos queda? Una China que aspira a ser una potencia cada vez más fuerte, logrando reunir fuerzas contradictorias.

_ Significativa la visita de Blinken a China. ¿Se convertirá ese país, finalmente, en un factor importante de negociación?

_ Más importante aún es la fuerza moral de una solución espiritual. En el caso de Ucrania hay un conflicto entre lo espiritual y la búsqueda del diálogo que plantea El Vaticano, lo cual tiene un peso fundamental en este contexto. Lo mismo hizo Juan Pablo II en el caso de Polonia y de Europa del Este. Ese es un elemento muy importante. Pero no solo, sino de la mano de otras iniciativas y acciones que se conviertan en una bola de nieve para que razones humanas, espirituales e institucionales pongan un freno a esto. Decir al unísono “¡basta ya! ¡No más masacre!”, que es lo que ha hecho el Papa. Veo un papel protagónico, como en el boxeo, cuando se están matando y el árbitro pone un freno, lo cual es un alivio para los dos.

_ ¿Cree usted que la desinformación – que tan bien se le ha dado a los comunistas- ha servido a la causa de Putin, o hasta eso le ha fallado, al menos fuera de Rusia?

_ Ucrania, milagrosamente, ha logrado generar una importancia que no ha dejado las primeras planas de los diarios. No todo es favorable, pero en términos generales, el drama ucraniano no ha pasado bajo la mesa, como sí ha ocurrido con otros conflictos, como los de Somalia, Libia o países del Oriente. Son terribles y no se evidencian, no se mundializan. Ha pasado también con nosotros. Venezuela fue primera página por mucho tiempo, ya no lo es. Igual Cuba. Juega el cansancio, lo repetitivo, el no ver solución. Se van diluyendo y llegan nuevas noticias que capturan la atención. En el caso de Ucrania, no sólo el presidente, también sus asesores han sido muy acertados. Están en todas las agendas de las instituciones internacionales. Tienen gente en todas partes. No es sólo el tema Ucrania, sino la carpintería de Ucrania. Allí, Ucrania obviamente le ha ganado a Rusia. La presencia ucraniana en todos los foros es firme y constante. Están haciendo un trabajo de hormiguita sumamente eficaz. La prepotencia rusa solo ha dado más peso a Ucrania. Que ese país le esté ladrando a Rusia en el ámbito de la opinión pública, es un mérito sin lugar a dudas. Es Zelenski y es su equipo. Ucrania está ocupando el espacio que Rusia deja.

_ ¿Hay peligro, realmente, para la estabilidad de la dictadura rusa? ¿Estará cercana la democratización de esa nación y qué repercusiones tendría para el mundo si eso sucediera? ¿Sería un triunfo para Occidente?

_ Insisto en que el problema va más allá de Rusia. El tema de fondo es generar un nuevo modelo de solidaridad planetaria. No sabemos quién va a ganar por fin esta guerra, pero sí acentuamos la necesidad de una acción que permita consolidar un proyecto de sociedad distinto. Que un grupo de países que creen en la libertad y la democracia, en los derechos humanos, promuevan estos ideales para concretarlos en una forma de vida, adaptada a cada realidad. No es lo mismo la democracia en Alemania que la democracia en Haití; no es lo mismo la libertad en Libia que la libertad en Honduras. Eso implica esfuerzos importantes y creo que los hay, pero muy genéricos. Hay que buscar compromisos más allá. Las democracias son débiles en su defensa, lo cual no ocurre con los líderes partidarios de regímenes que la debiliten y deformen. Allí está la visita de López Obrador a distintos países para consolidar a sus aliados en el continente. Visita a Petro, a Boric, pero no viene a Venezuela a ver a Maduro. No quiere porque Maduro es tóxico. No obstante, son solidarios en la generalidad. La actuación de ellos es más ágil que la que existe entre los demócratas. Hay que apoyar a todos los países que luchan por o defienden su autodeterminación. Hay que apoyar a Taiwan, a Israel, contra todo el que pretenda caricaturizar a la democracia frente al totalitarismo. Esa es la lucha.

_ El mundo occidental debe explicaciones a Ucrania. Las conversaciones de paz han fracasado en sus capitales. Si la contraofensiva ucraniana sigue estancada y los esfuerzos por las soluciones negociadas pedalean en firme, llegará el momento en que Estados Unidos y Europa deberán tomar una decisión crucial: ¿negociarán la difícil paz con Moscú o escalarán la guerra en dirección a una confrontación nuclear?

_ Hay un respaldo a Ucrania, hasta que no me afecte a mí. Le dan tanques, armamento pero no van más allá. La Unión Europea ha estado y estará con Ucrania, pero hasta un límite. Ucrania quiere entrar a la OTAN, pero no la dejan por las implicaciones que eso conlleva. No van a la guerra contra Moscú porque sus ciudades serían objetivo. Si fuera al revés y, por ejemplo, Bruselas estuviera en jaque, todos los países de la OTAN tendrían que intervenir. Como Ucrania no es miembro, no hay intervención automática de guerra contra Moscú. Pero están en guerra y en algún momento esa realidad los va a obligar a tomar decisiones. Mientras tanto, seguirán corriendo la arruga. Eso puede cambiar, pero no creo que la UE, o EEUU, o Canadá o Japón, vayan a poner en riesgo sus situaciones entrando ellos directamente en una guerra. Pueden apoyar a Ucrania con drones de EEUU o con tanques Leopard alemanes, pero no son ellos los que están peleando. No ves a US Army, como en Afganistán u otras partes, luchando directamente en esos territorios. Hay una línea que no la van a cruzar. Es como el cuento del Faraón, se puede estar con él pero enterrarse con él, ¡ni pensarlo! No es Ucrania o muerte, la apoyan pero la solidaridad no es completa, así que ellos están luchando solos. Y es que si todos nos abocáramos a la destrucción de Moscú, desde allá nos destruirían a todos también. La prudencia es aconsejable. No sabemos qué podría pasar pero lo cierto es que ya estamos en una tercera guerra mundial. La diferencia es que no es bélica en el estilo tradicional, sino tecnológica, financiera, de captación de aliados, de desinformación. Estamos en una guerra y es una lucha de democracia contra totalitarismo. Escalar eso hacia un enfrentamiento nuclear es perder-perder. Hay que hacer todo lo posible para redefinir las reglas de la comunidad internacional. Buscar que Rusia no humille y aplaste a Ucrania y ésta pueda decidir su destino, ni tampoco a Rusia.

_ Nada fácil…

No lo es, pero el peso institucional de un país como China, sumado a los demás junto a El Vaticano pueden conseguirlo. Y El Vaticano no como fuerza militar o geopolítica pero sí como fuerza espiritual.-