Autor: Webmaster

La amnistía en España

–Lo que se plantea al Rey Felipe VI con la Amnistía, va mucho más allá de sus convicciones morales, abraza a toda la sociedad española y compromete a su pueblo en la unidad de su territorio y permanencia de su Estado.

–Tampoco es lógico pedirle aprobar un instrumento legal que atenta contra la igualdad de los españoles consagrada en el artículo 1 del texto Constitucional.

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William Cárdenas Rubio
Análisis Libre, Madrid

Mucho se ha comentado en los últimos días, que el apoyo clave al Sr. Pedro Sánchez Castejón, para poder ser candidato a una posible Investidura como Presidente del Gobierno español, está siendo condicionado por dos peticiones expresas del Sr. Carles Puigdemont, líder de Junts per Catalunya y prófugo de la justicia española, quien desde Bélgica conduce las negociaciones con el Presidente en funciones, a fin de garantizarle el apoyo de los siete diputados que darían mayoría suficiente a su Investidura.

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¿DEMOCRACIAS ANTIPOLÍTICAS O LA ANTIPOLÍTICA CONTRA LAS DEMOCRACIAS?

Las democracias conviven actualmente con un rechazo a las élites políticas. Lo hemos visto en las grandes protestas o movilizaciones ciudadanas en las que se cuestiona al sistema político en su totalidad (como el “que se vayan todos” argentino, o las más recientes de la Primavera Chilena o los Chalecos Amarillos en Francia), y también en la emergencia de líderes populistas que se presentan como outsiders, oponiéndose al “establishment”, a la “oligarquía” o a la “casta”, desde Beppe Grillo hasta Donald Trump o Javier Milei. Ambos fenómenos –movilizaciones desde abajo, nuevos liderazgos desde arriba- son transversales a las ideologías tradicionales. Ambos se posicionan contra las mediaciones políticas clásicas, en particular, los partidos políticos y los medios de comunicación establecidos, buscando vías alternativas de organización y comunicación. Pero, ¿qué es la anti-política?La antipolítica es un sentimiento latente en nuestras sociedades democráticas. A veces se activa en protestas o estallidos. A veces es activado desde la oferta. Javier Milei representa, precisamente, la activación de este sentimiento antipolítico en la Argentina de hoy. El crecimiento de su liderazgo se apoyó sobre todo en su crítica apasionada a la clase política, a la que llama “la casta” y de cuyos miembros sostuvo una y otra vez que son “chorros” y “delincuentes” que se benefician unos a otros. Sortear su dieta de Diputado Nacional desde que asumió se ha convertido en una de las principales performances del candidato a presidente para no aparecer nunca como un insider de la política.

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ARGENTINA: LA URGENTE NECESIDAD DE CAMBIO

Recordaba recientemente Guy Sorman unas palabras del sociólogo francés Raymond Aron, luego de visitar Argentina en 1960: “hay tres tipos de economía: capitalismo, socialismo y Argentina”. Creo que se quedó corto el maestro Aron. El problema no es solo la economía.

Desde hace más de medio siglo hablar de política en Argentina ha pasado en buena medida por ese fenómeno antipolítico llamado el peronismo. El próximo mes de octubre el pueblo argentino tiene una gran oportunidad -una vez más- de realizar un cambio decisivo para abandonar viejos y muy dañinos hábitos, para evitar seguir equivocándose.

Hábitos que se resumen en una palabra y en un personaje: Juan Domingo Perón y el peronismo.

Perón impuso una impronta caudillista como pocos. Dejó como testamento sólo ideas generales de tufo populista, así como una forma de hacer las cosas con base en un clientelismo antológico, ligado con formas más o menos visibles de autoritarismo, con su persona como objeto de culto. El peronismo se caracteriza por una flexibilidad proteica –de valores, de propuestas, de visiones, de análisis, de estilos-, ya que el fin último es explotar la poca memoria de la masa, y poner todo al servicio del caudillo de turno. Ello aporta la inmensa ventaja de que ninguna ideología ni algún principio que quede todavía realengo por allí es de importancia a la hora de crear nuevas, pero siempre fructíferas capturas del poder. Eso fue lo que entendió un joven Néstor Kirchner, desde su lejana y sureña gobernación de Santa Cruz. Apenas llegar a la presidencia, renovó los hilos del poder peronista para ponerlo al servicio de la construcción de una nueva hegemonía. Y quien al final terminó cobrando y disfrutando fue su viuda Cristina, hoy a su vez enfrentada y acorralada por una justicia que aspira que ella pague todos sus desatinos y corrupciones.

En cierta ocasión, hace algunos años, se le solicitó al dueño de un bar llamado “Perón, Perón” que definiera al peronista típico: “Amigo de sus amigos, bueno para los asados, aficionado al fútbol, y sin dominio del inglés”. Al respondérsele que esa sería la definición del argentino promedio, indicó con sorna: ”Claro, el argentino promedio es peronista de corazón”.

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CORRUPCIÓN Y ANTIPOLÍTICA

En el mundo hay un auge de la “antipolítica”, que, evidentemente, no es otra cosa que una posición política. Hoy abundan los que hacen política afirmando, sin ruborizarse, que no son políticos. Fernando Savater decía que:” La decepción de la política trae la búsqueda de figuras que, partiendo de ella, le prometen a la gente que la van a salvar de la política, en lugar de tratar de hacer una mejor política. Yo desconfío profundamente de esos personajes, que siempre dejan a la ciudadanía en una condición de tutela y vasallaje.” Fidel Castro dijo una vez:” No somos políticos, hicimos la revolución para echar a los políticos”, Francisco Franco: “Haga como yo, no se meta en política” y Hitler: ¿Política? Yo ya no hago política. Me repugna”. En efecto, la antipolítica es una posición política no democrática. Ahora bien, la antipolítica tiene también su explicación en el auge extraordinario de la corrupción política, que tiene que ver con la profunda crisis ética de la sociedad contemporánea, narcotizada por un vulgar consumismo hedonista que, a su vez, fomenta una codicia desenfrenada y sin límites. La corrupción es un fenómeno inherente a la naturaleza humana y que, por tanto, ha estado y estará presente en toda sociedad. Sin embargo, la historia demuestra que es posible limitarla y reducirla. La triada compuesta por la democracia, un Estado de derecho eficaz y una economía de mercado, con solidaridad social, es el antídoto más efectivo para combatirla. Estoy de acuerdo con Karl Popper cuando nos dice que:” “el marco moral” es la piedra miliar de la cual dependen la solidez o la precariedad de las instituciones democráticas”. Sin embargo, para enfrentar, con éxito, la corrupción, no bastarán el necesario esfuerzo en la formación ética de los ciudadanos y los llamados a la “virtud pública”, si no fortalecemos y agilizamos los obsoletos procedimientos jurídicos nacionales e internacionales, que favorecen la impunidad de los corruptos. También es absolutamente indispensable, particularmente en América Latina, mejorar los sueldos y, en general, las condiciones de trabajo de los funcionarios públicos. Los anglosajones tienen un dicho popular: ”If you pay peanuts, you get monkeys”, que podríamos traducir libremente: “si pagas con maní, consigues monos”. Hay que ayudar al honesto a permanecer honesto, especialmente en un mundo contaminado por la “danza de los millones”, provenientes de la criminalidad organizada. América Latina necesita menos servidores públicos, pero mejor pagados. En Singapur, uno de los países más exitosos del globo, hay pocos ministerios, pero el sueldo de un ministro alcanza los dos millones de dólares anuales.

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